^^ Bienvenidos a mi página ^^

Esta página fue creada para mostrar algunos cuentos, reflexiones, poemas y dibujos que hice a lo largo de los años. Si tienen dudas o sugerencias, por favor escribanme a mi mail Solestelar@gmail.com e intentaré responder sus mensajes. Desde ya, gracias por visitar el blog ^^

¿No encontrás lo que querés leer? ¡Busca aquí! ^^

lunes, 25 de junio de 2012

Etérea



Los rostros se desfiguraban, como si estuviesen por detrás de un vidrio empañado por la neblina. Mi respiración se me dificultaba. Aquello era tan surreal, como si fuese parte de una pesadilla del cual no podía salir. Lágrimas, gritos, suspiros… todo pasaba a mi alrededor como una brisa de viento sur.
Mi vista solo iba dirigida a aquel cajón cerrado, hecho de madera y totalmente oscuro, como si viniera de las entrañas de un bosque embrujado.
Ella estaba ahí. Lo sabía. No me dejaron ver el rostro. Su cuerpo estaba cubierto por aquellas sábanas blancas que, a su vez, estaban protegidas por aquel rígido ataúd, tal cual la niebla ensombrece al cielo.
Intentaba recordar su voz. Pero solo escuchaba el murmullo, las lágrimas y los suspiros.
Entonces, sentí que estaba en el medio del desierto. Pero no era un desierto cualquiera, sino un desierto de arenas de sangre y cielo negro, sin luna y con una densa neblina. Aquello me asfixiaba, me hacía perder la razón, me incitaba a la locura. Solo deseaba que la pesadilla terminara, volver a la normalidad.
Las lágrimas volvieron. Era lo único que me mantenía a flote, hasta que me secara de vuelta y el delirio retornara para atormentarme.
Y entonces, todo se calmó. Los rostros desaparecieron, así como también aquellos murmullos y gritos de dolor. El cajón también desapareció y, en su lugar, apareció una mujer. Estaba de espaldas y, como todo estaba oscuro, no podía precisar quién era. Un instante después, se dio la vuelta y la reconocí. Logró salir del ataúd y mostró una media sonrisa, lo cual me emocionó. Aún así, sabía que ya no la vería todos los días. Debía partir, como lo ordena la ley de la vida. Lo único que podía hacer era devolverle esa sonrisa y desearle buena suerte en el viaje. De todas formas, algún día llegará mi turno y podré seguirla.
Quisiera llamarla, pero la molestaría. Mejor que siga descansando y permanezca viva en mis recuerdos y en la memoria colectiva.

No hay comentarios: