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miércoles, 14 de diciembre de 2011

Según como lo entendió un niño


Jorgito era un niño a quien le gustaban las historias. Su mamá le contaba tantas que, a veces, el pobre chico se confundía y tendía a mezclarlo todo.
Eso mismo pasó una vez, en el jardín donde asistía todos los días, cuando estaba hablando con su amiga llamada Anita. Ella tenía una duda sobre ciertas historias que le contaron en la clase, por lo que se le ocurrió la brillante idea de preguntárselo a Jorgito para aclarar dudas.
-          ¿Cómo en un barquito pueden entrar todos los animales del mundo? ¿Vos sabes, Jorgito?
-          Creo que no era un barquito, Anita- le dijo Jorgito- era más bien un OVNI. Mamá me dijo que cada animal tiene un chip llamado ADN. Dice que de ahí se fabrican animales.
-          Pero la profe dijo que todos los animales entraron en un barco. Jamás habló de ADN ni de OVNI.
-          Es que la profe es mentirosa. Mi mamá sí sabe de historias.
-          Aaah. Sabes mucho. ¿Y qué hay de la historia de esa princesa que se quedó dormida por cien años? Según tengo entendido, si uno no come, ni toma ni se mueve por un mes se muere. Pero ella logró despertarse… ¡Y sin ninguna arruga!
-          La princesa no se quedó dormida. Lo que pasa es que comió la manzana envenenada y, para que pueda sobrevivir, le pusieron suero y le internaron. Tuvo suerte de encontrar un doctor churro que la salvara y no le cobrara nada.
-          ¿La gente ya se internaba en la Edad Media?
-          Supongo que sí. ¿O cómo crees que logró sobrevivir la princesa?
-          Pero entonces tendría que ser muy vieja, si sobrevivió cien años. En el cuento que nos dijo la profe decía que siempre se mantuvo joven.
-          Ya te lo digo. La profe es una mentirosa. De seguro la princesa se maquilló. Las mujeres se maquillan para ser más jóvenes. Eso me lo dijo mi mamá.
Mientras los dos niños hablaban, otros niños empezaron a acercarse. Primero fue Luisito, después Emilia y, por último, Damián.
-          ¿De qué están hablando?- les preguntó Emilia.
-          De los cuentos de la clase- dijo Jorgito- lo que pasa es que la profesora es mentirosa y cambia todos los cuentos que mi mamá me cuenta.
-          Sí- dijo Luisito, indignado- la otra vez la profe nos contó la historia del lobo y las siete cabritas. ¿Alguien se la cree esa?
-          Esa historia pasó más o menos así- dijo Jorgito- pero, en realidad, el lobo se encontró con Caperucita Roja, quien iba a visitar a las siete cabritas porque su abuela estaba enferma. El lobo se disfrazó de la cabra madre y comió a caperucita.
-          No, Jorgito- dijo Damián- estás mezclando dos historias: “caperucita roja” y “las siete cabritas”
-          No las mezclo. En realidad es una historia- dijo Jorgito- solo déjenme terminar. Caperucita ya fue plato del lobo y él, satisfecho, fue por las siete cabritas. Pero el cazador encontró al lobo y le dio un golpe. Después le abrió la panza y encontró siete piedras. Las sacó, las tiró a un pozo y le dijo a las cabras que ya se libraron del lobo.
-          ¿Y caperucita no sobrevivió?- dijo Anita, preocupada.
-          No estoy seguro. Pero supongo que no. Le voy a preguntar a mi mamá más tarde.
Terminó el recreo y todos entraron a clases. Era la hora de los cuentos. La profe que se encargaba de esa tarea propuso hacer algo más dinámico: ella diría el nombre de un cuento y cada niño comentaría una parte del mismo.
-          Comenzaré con el cuento de “El rey Salomón”. ¿Conocen la historia?
-          ¡¡¡Sí!!!- gritaron los pequeños.
-          Bien, ¿Quién quiere comenzar?
Jorgito, muy animado, fue el primero en levantar la mano. Luego dijo:
-          Todo comenzó hace años, cuando estaba una mujer que se llama María. Ella estaba comiendo un rico sándwich de jamón y queso. Entonces apareció un ángel y le dijo: “Vas a tener como hijo a un rey”
-          No, no, Jorgito- dijo la profesora- esa es la historia de Jesucristo. Yo me refería al rey Salomón, hijo del rey David.
-          No, no me equivoqué- insistió Jorgito- así pasó. María se casó con David y tuvieron muchos hijos. Uno de ellos fue Salomón, ese que le dijo el ángel que iba a tener.
Como la profesora conocía bien a Jorgito y sus extrañas ocurrencias, decidió que otro continuara.
-          Salomón era hijo de David, quien mató a un hombre feo y gordo llamado Goliat- dijo Damián- no me acuerdo cómo se llamaba su madre, me olvidé. Es que David tenía muchas novias porque era un mujeriego.
-          Bueno, pero dejando eso de lado, ¿Qué fue lo que más se destacó en Salomón?- dijo la profesora.
-          Salomón era un sabelotodo- dijo Anita, sin dudar- le dijo a Dios que quería saberlo todo y, por eso, construyó una biblioteca enorme.
-          ¡Ah, sí!- dijo Jorgito, de repente- Salomón sabía todo, pero no sabía que vendría la reina de Saba a visitarlo. Salomón también era mujeriego, pero estaba muy enamorado de Saba. Ella era una reina que vivía con una madrastra que la hacía trabajar todo el día. No le importaba que sea una reina, igual tenía que lavar los platos y la ropa de todo el mundo. Pero Salomón hizo  una fiesta y Saba, escapándose de su casa, fue a verlo y bailaron mucho. Pero cuando fueron las doce de la noche, la reina tenía que volver a su casa y, por el camino, se le cayó un zapato. Salomón, por suerte, como era muy inteligente, se le ocurrió visitar a todas las mujeres de reinos varios para encontrar a Saba. Pero muchas mujeres se disfrazaban de Saba porque querían casarse con él. Al final encuentra a Saba, le devuelve su zapato y viven felices para siempre.
La maestra suspiró. Otra vez Jorgito mezclaba las historias. Pero se dio cuenta de que todos lo escuchaban con mucho interés e, incluso, cuando finalizó su relato, le aplaudieron.
-          Bien, contemos otra historia- dijo la profesora- ¿Qué les parece “La Bella y la Bestia”?
-          ¡Esa es muy bonita!- dijo Emilia- ¡Es mi cuento favorito!
-          ¿Podrías comenzarla tú, Emilia?- le pidió la profe.
-          ¡Sí!- dijo Emilia, muy entusiasmada. Se levantó, se puso enfrente de la clase y narró la historia.
-          Había una vez una mujer muy linda llamada Bella. Su papá tenía que ir por el bosque a trabajar, pero se perdió y la Bestia lo capturó. Bella fue a buscarlo y lo encontró con la Bestia. Le pidió que le liberara y que, a cambio, ella sería la prisionera. La Bestia aceptó porque empezó a gustarse de Bella. Un día, la Bestia le muestra un espejo en donde podía ver lo que quisiera. Bella dijo que quería ver cómo estaba su padre. El espejo le mostró a su padre muy enfermo. Bella le pidió a la Bestia para que la liberara. La Bestia se sintió triste, pero quería que Bella fuera feliz. Por eso la liberó. Bella regresó con su padre y, cuando éste se curó, ella regresó con la Bestia porque lo extrañaba. La Bestia se enfermo y estaba a punto de morir. Bella se puso triste y le dijo que lo amaba. Entonces la Bestia se transformó en un bello príncipe y le dijo a Bella que una bruja le condenó a ser un monstruo por varios años y que la única forma de volver a la normalidad era el amor de una mujer. Y como Bella se enamoró de él y él de ella, el hechizo se rompió. Se casaron y vivieron felices para siempre.
Todos aplaudieron, menos Jorgito, que se quedó pensando. Al final, se levantó y dijo:
-          ¿Profe? ¿Puedo contar la historia como la entendí? ¿O como me lo contó mi mamá?
-          Sí, adelante- dijo la profesora.
Jorgito se paró, también se puso al frente y narró la historia.
-          En realidad Bella era una cirujana que tenía que hacerle una operación a Chuky. ¡Era muy feo! Por eso todos le llamaban “La Bestia”. Pero él no tenía mucho dinero, por eso le pidió prestado a Carlomagno. Y como eran muy buenos amigos, él le prestó dinero. Bella, entonces, se pinchó con el uso de una rueca y se desmayó porque sufrió una hemorragia. Chucky la despertó y ella le hizo la cirugía. Al final, Bella se casó con Carlomagno y Chuky con la hermana de éste. Y esa es la historia.
Nadie comentó nada. Era la primera vez que escuchaban esa extraña versión de “La Bella y la Bestia”. La única que se emocionó por la historia fue Anita, quien se levantó y empezó a aplaudirlo.
La profe volvió a suspirar. Pensó que lo mejor sería hablar con la madre de Jorgito para aclarar dudas. Aún así, le sorprendía la imaginación que tenía ese niño. Tanto que, siguiendo a Anita, también lo aplaudió y dijo:
-          Bien, terminó la hora de las historias. Continuaremos mañana, pero seré yo quien cuente las historias. Esto sí que es un caos.
Cuando la profe se fue, todos se acercaron a Jorgito. No les importaba que mezclara las historias o las tergiversaban, al final, les gustaba más la versión que contaba él que las versiones originales.
-          Tráele a tu mamá mañana- dijo uno de sus compañeritos- sus historias son muy emocionantes.
-          Se lo voy a decir- dijo Jorgito- a mi mamá le encanta contar historias.
Feliz por tener muchos amigos, Jorgito fue derechito a su casa a contárselo todo a su mamá. 


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