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Esta página fue creada para mostrar algunos cuentos, reflexiones, poemas y dibujos que hice a lo largo de los años. Si tienen dudas o sugerencias, por favor escribanme a mi mail Solestelar@gmail.com e intentaré responder sus mensajes. Desde ya, gracias por visitar el blog ^^

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jueves, 23 de febrero de 2012

Sentimientos contradictorios (conjunto de microcuentos o relatos cortos o como quieran llamarlo)

Misión

 Un mensajero, enviado o empleado de una extraña organización secreta me visitó un día. Era para decirme que fui elegida para salvar al mundo de las garras de un hombre muy malo. Al principio, me emocioné, porque creí que me había convertido en el protagonista principal de una serie, anime o película. Pero luego, le dije:
- ¿Y no puede ir otro a salvar el mundo?
- Bueno...- dijo el enviado, sorprendido por mi pregunta- tendrás seguidores o amigos que te ayudarán en la tarea.
- ¿Y qué ganaré si derroto al hombre muy malo que gobierna este mundo?
- No estoy seguro... creo que serás la nueva reina del mundo, supongo
- ¿Solo lo supones? No estás seguro, ¿Sabes? Prefiero tener mis amigos y mi vida de siempre antes de aventurarme en un futuro inseguro. Lo siento. Búscate otro o derroten ustedes mismos al villano. A lo mejor, si trabajaran en equipo, las cosas serían más fáciles. Después de todo, si no puedo solucionar mis problemas personales, no esperes a que pueda solucionar problemas del ámbito mundial.

La vida da vueltas

Un chico se enamoró de su amiga. Pero ella le quería como amigo. El chico se sintió triste, dado que sus sentimientos no eran los mismos. Tiempo después, la chica conoció a otro chico. Se enamoró perdidamente de él. Pero ese chico no sabía o no le interesaba los sentimientos de la chica. Ella se sintió triste, pero comprendió que no debía forzar a otros con el tema del amor y dio vuelta la página.

Obsesión a muerte
 
“Si no eres mía, no serás de nadie”
Tenía el cuchillo, listo para atravesar el delicado cuerpo de su amor no correspondido. Ella no reaccionó. Simplemente siguió ahí, observándolo con una mirada de indiferencia.
“Te lo preguntaré una vez más. ¿Serás mi novia?”
Ella le respondió:
“No puedo salir contigo”
El sujeto tembló. Pero luego, respiró hondo y, con un grito al aire, perforó el pecho de la muchacha.
“Lo siento tanto” dijo el hombre, hundiendo cada vez más el cuchillo en el pecho.
La mujer, sin cambiar su expresión ni mostrar signos de dolor alguno, dijo:
“No puedo salir contigo. Hace años, otro hombre también me amó y, por rechazarlo, me clavó en el mismo lugar donde estás clavando ahora”

Sin pruebas
 
Dos sujetos estaban discutiendo sobre sus respectivas creencias. Uno creía en extraterrestres y el otro no. El que no creía, le dijo al que creía estas palabras:
“Las fotos pueden ser falsas; los videos también. Y si viste un OVNI, seguro fue una ilusión óptica. ¡Es difícil que me demuestres que los extraterrestres existen!”
El sujeto que creía sonrió. Reflexionó esas palabras y le respondió:
“Tal vez, pero al menos hay evidencias. Ahora va mi pregunta: ¿Podrías demostrarme que no existen los seres de otros mundos? ¿Que somos los únicos en este universo? Para eso, deberías viajar por todos los planetas del universo. Eso incluye hasta la vida microscópica. Recuerdalo”
El incrédulo sonrió. Una vez más, llegaron a un callejón sin salida.

Después del odio...

Jarrones rotos. Papeles esparcidos por el piso. Un hombre sentado en el suelo. Una mujer parada, mirándolo fijamente. Hacía tiempo que peleaban, pero esa noche llegaron a la violencia física. Se sentían cansados, mareados, furiosos y destrozados.
El hombre se fijó en la mirada de la mujer. A pesar de la situación, recordó la vez en que se habían conocido. Sus ojos estaban llenos de fuego y pasión. Se había enamorado de aquellos luceros. Y le estaba pasando lo mismo aquella noche.
- Querida. No me habías dicho lo hermosos que son tus ojos.
La mujer lo miró, sorprendida. Se relajó. Se acercó a él, extendió su mano y le respondió:
- Nunca nadie me dijo tal piropo. No eres tan torpe, después de todo.
Olvidando la pelea de hace unos minutos, se dieron un beso apasionado.

No te des vuelta

No te des vuelta. ¡No te des vuelta! ¡¡¡No te des vuelta!!! ¡¡¡NO TE DES VUELTA!!!



Te lo advertí. Si me hubieses escuchado, no habrías perdido la cabeza...

lunes, 20 de febrero de 2012

Gafas


Anto estaba recostada sobre la perezosa, en el patio trasero de su casa. Como no tenía nada que hacer, decidió tomar sol, mientras exploraba el mundo a través de sus anteojos.
A primera vista, parecía unos lentes comunes y corrientes. Pero, en realidad, eran minicomputadoras, por donde podía ver sus programas favoritos, su email, sus fotos, chatear o, simplemente, leer un libro. Gracias a la popularización de esa tecnología, poco a poco desaparecieron las computadoras de escritorio, las laptops, los Ipads, los celulares y otros aparatos similares.
Por supuesto, no faltaron los detractores, que decían que eso afectaría a la vista, ocurrirían los accidentes por tenerlos puestos, ya no habría contacto social y un montón de cosas más.
Anto recordaba que, cuando era chica, en el colegio prohibieron a los alumnos portar con esos lentes. Por supuesto, lo prohibido atrae. Y los chicos hacían caso omiso a las advertencias de los profesores y los directivos. Anto usaba los lentes durante el recreo, junto con otros amigos, para ver sus programas favoritos o simplemente jugar. A medida que crecían y terminaban el colegio, los directivos tuvieron que ceder y aceptaron que los alumnos portaran las gafas, siempre y cuando no los usaran en clases.
Anto sintió que alguien le tocaba el brazo. Se sacó los lentes y se dio cuenta de que era Carol, su hermana menor.
A pesar de lo mucho que avanzó la tecnología, la curación de ciertas enfermedades como la ceguera era un privilegio para pocos. Carol tuvo la desdicha de haber nacido ciega. Por lo tanto, no podía usar los anteojos ni comunicarse con personas lejanas a ella.
-    Anto. ¿Sabes qué? Escuché de papá que lanzarán al mercado un par de anteojos para ciegos. ¿No es maravilloso? ¡Así podré ver a todos!
-    No lo sé, Carol. No quiero ilusionarte- le dijo Anto- Sé que algunos ciegos poseen lentes especiales que les permite ver el mundo real como el mundo virtual. Pero requiere de costosas cirugías.
-    Me parece que es algo diferente- le dijo Carol a Anto- Al menos, lo que dijo papá, el uso de esos lentes no requiere de cirugías. Aún no lo entiendo bien, pero espero poder usarlas pronto.
-    Hay cosas que nunca cambian- dijo Anto, volviendo a ponerse los lentes y mirando el cielo- gracias a los lentes, se acabaron con el enredo de cables. Solo necesitamos un aparatito que emita la señal y así acceder fácilmente a la red o cargar la batería. Ni siquiera nuestros abuelos soñaron con esto. Pero, a pesar de este gran avance, todavía no solucionamos otros problemas más graves. Todavía hay gente que nace con problemas de salud, todavía hay guerras, crímenes, abusos, diferencias sociales, xenofobia… este mundo es una mierda. Solo hay muerte y destrucción. Por suerte naciste ciega. Así no tendrías que ver el desastre que es este mundo.
Anto sintió que Carol se acostaba, boca arriba, sobre el pasto. Quien no supiera de su problema, diría que estaba adivinando la forma de las nubes del cielo.
-    ¿De qué color es el cielo ahora?- le preguntó Carol a Anto.
-    Celeste- le dijo Anto- es de tarde.
-    ¿Y las nubes?
-    Grises y blancas.
-    ¿Podrías describirme los colores? ¡Por favor, no busques por internet! ¡Solo explica de manera que yo pueda entenderlo!
Anto suspiró. La verdad, no sabía cómo explicarle a un ciego lo que era el color. Y como quedó callada, Carol siguió hablando.
-    Para mí, todo es oscuridad. Solo sé que algo existe porque puedo olerlo, tocarlo y escucharlo. A pesar de todo, nada de eso basta para saber de qué color es tal cosa. Ni siquiera sé lo que es un celeste, o un gris, o un blanco. Pregunto y pregunto, pero nadie sabe explicarlo. No sé si este mundo es una mierda. Pero estoy segura que, si pudiese ver, me admiraría por la infinidad de colores, formas y tamaños que tienen todas las cosas. Daría la mitad de mi vida para ver, aunque sea, la forma de las nubes o el color del cielo. Daría mi vida completa por ver aquello que no me basta con los otros sentidos, dado que son abstractos o no tienen forma definida. Te envidio Anto, porque puedes saber todo eso con solo verlo y no valorarlo como se merece.
Anto se sacó los lentes y miró a Carol. De sus ojos perdidos salieron lágrimas. No lloraba por nacer ciega, sino por intentar, con toda su fuerza, el ver un poco la luz del día. Solo quería mirar los colores, aquello que se descubre gracias a la luminosidad y que solo unos pocos saben valorarla.
-    Tienes razón, Carol- se dijo Anto para sus adentros- A estas alturas, los únicos ciegos son los que usan las gafas para no mirar el mundo real. Espero que, algún día, pueda comprender tus palabras.

sábado, 4 de febrero de 2012

Viento y mar


Ella espera. Sí. sigue esperando. Mientras el viento mueve sus largos cabellos sedosos, haciendole cosquillas en su nuca, ella está ahí. Está observando las olas del mar. Las gaviotas completan el cielo despejado, guiándose por el viento y atreviéndose a rozar las olas. La niña sigue esperando, junto con un ramo de rosas, en espera de ese algo que nunca vendrá...

¡Nunca digas nunca! Aunque pasen los años, las olas seguirán moviendose. Seguirá soplando el viento, así como seguirán volando las gaviotas. Y así, la niña, seguirá esperando con el ramo de rosas, deshojándolas poco a poco, para ver cómo esos pétalos de carmín constrastan con el azul y blanco del mar,