^^ Bienvenidos a mi página ^^

Esta página fue creada para mostrar algunos cuentos, reflexiones, poemas y dibujos que hice a lo largo de los años. Si tienen dudas o sugerencias, por favor escribanme a mi mail Solestelar@gmail.com e intentaré responder sus mensajes. Desde ya, gracias por visitar el blog ^^

¿No encontrás lo que querés leer? ¡Busca aquí! ^^

lunes, 20 de febrero de 2012

Gafas


Anto estaba recostada sobre la perezosa, en el patio trasero de su casa. Como no tenía nada que hacer, decidió tomar sol, mientras exploraba el mundo a través de sus anteojos.
A primera vista, parecía unos lentes comunes y corrientes. Pero, en realidad, eran minicomputadoras, por donde podía ver sus programas favoritos, su email, sus fotos, chatear o, simplemente, leer un libro. Gracias a la popularización de esa tecnología, poco a poco desaparecieron las computadoras de escritorio, las laptops, los Ipads, los celulares y otros aparatos similares.
Por supuesto, no faltaron los detractores, que decían que eso afectaría a la vista, ocurrirían los accidentes por tenerlos puestos, ya no habría contacto social y un montón de cosas más.
Anto recordaba que, cuando era chica, en el colegio prohibieron a los alumnos portar con esos lentes. Por supuesto, lo prohibido atrae. Y los chicos hacían caso omiso a las advertencias de los profesores y los directivos. Anto usaba los lentes durante el recreo, junto con otros amigos, para ver sus programas favoritos o simplemente jugar. A medida que crecían y terminaban el colegio, los directivos tuvieron que ceder y aceptaron que los alumnos portaran las gafas, siempre y cuando no los usaran en clases.
Anto sintió que alguien le tocaba el brazo. Se sacó los lentes y se dio cuenta de que era Carol, su hermana menor.
A pesar de lo mucho que avanzó la tecnología, la curación de ciertas enfermedades como la ceguera era un privilegio para pocos. Carol tuvo la desdicha de haber nacido ciega. Por lo tanto, no podía usar los anteojos ni comunicarse con personas lejanas a ella.
-    Anto. ¿Sabes qué? Escuché de papá que lanzarán al mercado un par de anteojos para ciegos. ¿No es maravilloso? ¡Así podré ver a todos!
-    No lo sé, Carol. No quiero ilusionarte- le dijo Anto- Sé que algunos ciegos poseen lentes especiales que les permite ver el mundo real como el mundo virtual. Pero requiere de costosas cirugías.
-    Me parece que es algo diferente- le dijo Carol a Anto- Al menos, lo que dijo papá, el uso de esos lentes no requiere de cirugías. Aún no lo entiendo bien, pero espero poder usarlas pronto.
-    Hay cosas que nunca cambian- dijo Anto, volviendo a ponerse los lentes y mirando el cielo- gracias a los lentes, se acabaron con el enredo de cables. Solo necesitamos un aparatito que emita la señal y así acceder fácilmente a la red o cargar la batería. Ni siquiera nuestros abuelos soñaron con esto. Pero, a pesar de este gran avance, todavía no solucionamos otros problemas más graves. Todavía hay gente que nace con problemas de salud, todavía hay guerras, crímenes, abusos, diferencias sociales, xenofobia… este mundo es una mierda. Solo hay muerte y destrucción. Por suerte naciste ciega. Así no tendrías que ver el desastre que es este mundo.
Anto sintió que Carol se acostaba, boca arriba, sobre el pasto. Quien no supiera de su problema, diría que estaba adivinando la forma de las nubes del cielo.
-    ¿De qué color es el cielo ahora?- le preguntó Carol a Anto.
-    Celeste- le dijo Anto- es de tarde.
-    ¿Y las nubes?
-    Grises y blancas.
-    ¿Podrías describirme los colores? ¡Por favor, no busques por internet! ¡Solo explica de manera que yo pueda entenderlo!
Anto suspiró. La verdad, no sabía cómo explicarle a un ciego lo que era el color. Y como quedó callada, Carol siguió hablando.
-    Para mí, todo es oscuridad. Solo sé que algo existe porque puedo olerlo, tocarlo y escucharlo. A pesar de todo, nada de eso basta para saber de qué color es tal cosa. Ni siquiera sé lo que es un celeste, o un gris, o un blanco. Pregunto y pregunto, pero nadie sabe explicarlo. No sé si este mundo es una mierda. Pero estoy segura que, si pudiese ver, me admiraría por la infinidad de colores, formas y tamaños que tienen todas las cosas. Daría la mitad de mi vida para ver, aunque sea, la forma de las nubes o el color del cielo. Daría mi vida completa por ver aquello que no me basta con los otros sentidos, dado que son abstractos o no tienen forma definida. Te envidio Anto, porque puedes saber todo eso con solo verlo y no valorarlo como se merece.
Anto se sacó los lentes y miró a Carol. De sus ojos perdidos salieron lágrimas. No lloraba por nacer ciega, sino por intentar, con toda su fuerza, el ver un poco la luz del día. Solo quería mirar los colores, aquello que se descubre gracias a la luminosidad y que solo unos pocos saben valorarla.
-    Tienes razón, Carol- se dijo Anto para sus adentros- A estas alturas, los únicos ciegos son los que usan las gafas para no mirar el mundo real. Espero que, algún día, pueda comprender tus palabras.

No hay comentarios: