Tantas veces traté de hablarte.
Una y otra vez traté de coincidir con tus ojos.
Pero solo logro vislumbrar tu nuca.
Estamos cerca y lejos a la vez.
Solo basta extender mis brazos para no dejarte escapar.
Pero si te detengo, solo te daré infelicidad.
Por eso, me hago a un lago y,
aunque sufra por no mirarte a los ojos,
al menos sé que éstos brillan en la oscuridad.
Ahora solo queda hablarte,
decir lo que siento y valorar tu hermosa amistad.
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