El Karai vosa y su melancolía
El Karai vosa estaba dentro de la estatua de la Libertad.
Viajó a Nueva York porque estaba cansado de que lo culparan de raptar niños
malcriados.
Seguiría con esa mala fama a cuestas, si no fuera por un
anuncio que leyó en una revista que decía: “Los personajes estadounidenses
están invadiendo el país”. Y en dicho anuncio mencionaba a Papá Noel y el
conejo de Pascuas. Por lo tanto, Karai vosa razonó de esta manera:
-
Si esos yanquis visitan el país… ¿Por qué yo no
visito el suyo? ¡Sería bueno cambiar de ambiente!
Por lo que, disfrazado de un humano juntó dinero, compró los
pasajes y fue directo a Nueva York.
Lo primero que le llamó la atención fue la estatua de la
Libertad. Por lo tanto entró, subió en ella y contempló aquel extraño paisaje
urbano de edificios y rascacielos. Recordó las veces que, siendo espíritu,
cruzaba el río Paraguay y, todas las noches, contemplaba la ciudad asuncena
nocturna. Era uno de sus pasatiempos favoritos. Y siendo creación de una
cultura, podía trasladarse donde sea.
Era la primera vez que contemplaba otro paisaje teniendo
forma humana. Probó con subir en la cabeza de la estatua sin transformarse en
espíritu. La verdad se sintió un poco cansado. Pero valió la pena.
Rato después, sintió una melancolía. Creyó que era debido a
que estaba aburrido, por lo que volvió a transformarse en espíritu, bajó de la
estatua de la Libertad y empezó a caminar por la calle.
Mientras se mezclaba con los neoyorquinos, le vinieron los
primeros tiempos de su existencia. Era cierto que, al principio, se dedicaba a
raptar niños malcriados. Pero llegó el punto que tenía demasiados a cuestas,
que no sabía qué hacer con ellos: si matarlos o abandonarlos. Con esa
indecisión, culpó a los humanos de haberlo creado de esa manera.
En Nueva York, por lo menos, las personas no lo conocían.
Por lo tanto, tenía más libertad de ser lo que quería.
Caminó sin rumbo por la ciudad. Tuvo ganas de transformarse
en un humano, por lo que se escondió en un callejón oscuro y se transformó.
Tenía el aspecto de un hombre maduro, de cabellos negros y piel blanca. Como
humano, era muy atractivo. Se dio cuenta de eso cuando unas chicas lo miraban
con mucho interés. Él las saludó y siguió con su camino. Aún tenía mucho por
descubrir.
En un momento pasó por un puesto de comida. Lo que le llamó
la atención fue cómo comían las personas. Karai vosa nunca necesitó eso, pero
quería saber qué se sentía el saborear la comida.
Para disimular su entusiasmo, entró con tranquilidad y
empezó a buscar una mesa libre para comer.
En eso estaba cuando vio que un señor gordo y mayor lo
llamaba por su nombre. Karai vosa se asustó. No esperaba encontrarse con
alguien que lo reconocería, ni menos con aspecto de humano. Pero aquel anciano
parecía buena persona, por lo que se acercó a él y le preguntó cómo sabía su
nombre.
-
Reconozco a cada espíritu del planeta, sin
importar de dónde venga. Es una habilidad secreta que tengo y que los humanos nunca
tienen en cuenta.
-
¿Quién eres? – le preguntó Karai vosa- debes de
ser un espíritu muy poderoso. ¿Cuál es tu país de origen?
-
Tengo muchos nombres: San Nicolás, Santa Claus,
Papá Noel… pero puedes llamarme simplemente Nico.
Karai vosa se sorprendió. No esperaba encontrarse con Papá
Noel, ni menos en época de la navidad, cuando se supone que debería estar
recorriendo el mundo dando regalos.
-
Ese es una creencia que tienen los humanos de
mí- le dijo Papá Noel cuando Karai vosa le planteó esa duda- por cierto, no
creas que eres el único que puede integrarse al mundo humano. Yo lo he hecho
incontables veces, por lo que tengo mucha experiencia.
-
Yo también- le dijo Karai vosa- en realidad
acabo de llegar a Nueva York. En Paraguay no me transformaba mucho. Ya
experimenté todo, excepto la comida.
-
¿Y qué esperas? ¡Siéntate y come lo que quieras!
¿Tienes dinero?
-
Sí, un poco. Si me falta, me transformo en
espíritu y robo un poco.
-
Si lo haces, asustarás a las personas.
-
Para eso está el baño. ¿o no?
Papá Noel se rió. Como reía muy fuerte, unos cuantos se
dieron la vuelta por curiosidad. Karai vosa agachó un poco la cabeza. No quería
que lo vieran con una persona que llamara tanto la atención. Casi se transformó
en espíritu ahí mismo.
Pidieron al mesero pollo asado. Tomaron vino tinto y
empezaron a hablar.
-
Para ser humano, te ves muy guapo- le dijo Papá
Noel a Karai vosa- ¿Por qué tomas ese aspecto?
-
Hace tiempo pasé por una revistería- explicó
Karai vosa- tenía fotos de muchos actores y cantantes. También, en esa época,
tenía deseos de transformarme en humano para interactuar con ellos y conocerlos
mejor. Pero no sabía qué aspecto tomar. Al final, elegí más o menos al que
represento ahora, pero con retoques. ¿Y por qué tenés ese aspecto, Nico?
-
Porque cuando empecé a llevar a cabo esta
práctica, los humanos eran muy considerados con los ancianos. Ahora me
transformo en esto porque no tengo imaginación y porque me gusta dormir mucho.
Por cierto, ¿Cuál fue el motivo para venir a Nueva York?
-
Me sentía melancólico. Creía que si cambiaba de
ambiente podía divertirme un poco. No da gusto cuando uno tiene mala fama.
Quería que los humanos me crearan un ser bondadoso, no un roba niños.
¿entiendes?
-
Sí, entiendo. Yo también estoy cansado de que me
vean como el gordito que regala juguetes a los niños. En primer lugar, ¿dónde
voy a sacar tanto presupuesto para regalar a cada niño del mundo un juguete?
¡Encima son millones! Y a veces los niños no solo quieren un solo juguete.
¡Algunos quieren diez! Y después están esos niños pobres, que nunca reciben
regalos. Me da pena no poder hacer nada por ellos. ¡Es muy frustrante!
-
Pero bueno, solo somos espíritus. ¿No? No
podemos hacer nada por las personas, son ellas las que nos moldean
constantemente.
Dejaron de hablar cuando vino el mozo con la comida.
Empezaron a comer. Papá Noel comía a una velocidad tan sorprendente, que
fácilmente saldría en el record guinnes de la persona que come más rápido en
poco tiempo.
Karai vosa probó su primer bocado. Fue algo inolvidable, tal
vez porque era su primera vez. Sintió el dulce sabor del pollo, lo pasó por
cada diente y sintió su suave textura con al lengua, al igual que le fascinó lo
caliente que estaba y cómo el sabor ocupaba toda su boca. Masticó suavemente,
quería sentirlo por toda la eternidad.
Cuando el pedazo ya estaba muy masticado y sin sabor, la
tragó lentamente. Le encantó la sensación de la comida pasando por su garganta
y cruzando todo su cuerpo.
Tuvo ganas de más. Por lo tanto, tomó otro pedazo de pollo y
repitió el mismo procedimiento.
-
Si comes así, nos quedaremos en este lugar toda
la vida- le dijo Papá Noel.
-
Puedes irte si quieres- le dijo Karai vosa- yo
me quedo hasta terminar. La verdad fue un placer esta charla. Por un momento
olvidé mi melancolía. Espero que nos encontremos de nuevo.
-
Lo mismo digo, Karai. ¡Hasta pronto!
Papá Noel sacó unos billetes de su bolsillo y se los dio.
Luego, se levantó y cruzó la puerta, desapareciendo entre la multitud.
Karai vosa siguió comiendo. Cada bocado que tragaba le
producía placer. Se sentía casi igual que cuando tuvo relaciones sexuales por
primera vez con una humana. Aún así, no podía decir bien cuál de los dos
placeres era el mejor.
Al final, tardó tres horas en comer la mitad del pollo. Con
su dinero y el dinero de Papá Noel, pagó la cuenta y volvió a caminar por la
calle.
Como le habían dicho que era peligroso andar solo por la
noche, fue directo al hotel en donde se hospedaba. El hotel era muy sucio y
chico, más bien para quedarse una noche. Pero como al Karai vosa eso le venía
sin cuidado, planeaba quedarse más tiempo. Además, el dinero no le daba para ir
a un hotel de cinco estrellas.
Ya en su habitación, miró por la ventana y se preguntó qué
nuevas sorpresas le esperaban en los días posteriores a su viaje. En Paraguay,
ya había hecho algunas actividades con su forma de humano, como bañarse,
perseguir a un ladrón, hacer su primera compra y tener relaciones sexuales.
Hasta en esos momentos, solo hacía porque lo veía en las revistas, los diarios
y la televisión.
Pero todavía tenía mucho que aprender. Y muchos lugares que
visitar también. No quería conformarse solo con Nueva York. Quería ir a todos
los lugares del mundo, llegar incluso al fin del mundo y conocer profundamente
a los humanos. Quería aprender de ellos, cómo vivían, cómo con su cultura y
folklore eran capaces de crear una identidad como nación, como pueblo. Y cómo
se comunicaban y se relacionaban entre ellos, de tal manera que cuando tenían
una relación muy fuerte podían amarse y odiarse al mismo tiempo. Todo eso le
había faltado a Karai vosa durante su larga vida de espíritu, por lo que en los
últimos años entró en una profunda melancolía.
Se acostó en su cama. Pudo ver la ciudad al subirse en la
estatua de la Libertad, conversar con el mismísimo Papá Noel e, incluso, comer.
Se preguntaba si habría otros espíritus que, por la misma melancolía,
decidieron hacerse pasar por humanos y mezclarse con ellos. Le llevaría pocos
días descubrirlo, pero no tendría la misma habilidad que Papá Noel de
reconocerlos por sus nombres y países de origen.
Aún así, tenía la esperanza de encontrarse con ellos y
charlar de sus experiencias en la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario