Dos astronautas surfeaban por las rojas arenas de Marte,
mientras un selecto grupo los miraba desde la base y la mayor parte de los que
residían en la Tierra los miraban por televisión.
Desde hacia tiempo habían construido una base, conformada
por habitáculos, para adaptarlo a la sobrevivencia. De las miles de personas
que se anotaron para residir en Marte una temporada, solo un grupo de veinte
personas fueron seleccionadas para tal experimento. Filmarían su vida
cotidiana, así como también los deportes que practicaban y las exploraciones
que realizarían.
Un buen día fabricaron una especie de tabla de surfear, pero
que flotaba por el aire y que, en Marte, resultó ser un gran entretenimiento
para romper con la rutina. La competencia se pasaba por televisión para que, en
la Tierra, también los vieran.
-
¿Quién crees que ganará?- preguntó un integrante
de la base a Jack, que en esos momentos estaba masticando un caramelo de goma.
-
No lo sé- le respondió Jack, tragando el
caramelo- los dos son increíbles.
Uno de los astronautas perdió el equilibrio y cayó en la
arena rojiza. Por suerte, su traje espacial le cubría de los fuertes rayos del
sol que golpeaban la superficie en esos momentos. La carrera terminó. Debían
regresar a la base a reponer fuerzas.
-
¡Los dos estuvieron geniales ahí afuera!- les
dijo Jack, luego de que los dos jugadores descansaran- ¡Millones de personas lo
han visto!
-
¡Qué bien!- dijo uno de los jugadores, llamado
Fred- ¡Pero la próxima lo lograré!
-
¡Acepto la revancha!- le respondió el otro
jugador, llamado Carlos- ¡Y volveré a ganar!
Jack se encerró en su habitáculo. Estaba anocheciendo y
marcó una fecha más del calendario. En Marte los días eran un poco más largos:
duraban veinticinco horas. Antes del viaje anunciaron que, si todo marchaba
bien, se instalarían en Marte por seis meses terrícolas y serían filmados en
todas las actividades que harían. Ya habían pasado un mes y medio, si se
atenían al tiempo en la Tierra.
Miró hacia arriba, donde podía ver claramente cómo una
cámara captaba sus movimientos. Sonrió a la cámara, hizo sonidos con su
garganta para aclarar la voz y dijo:
-
Hoy en Marte hizo mucho calor. Por suerte Fred y
Carlos nos entretuvieron con su carrera de surf marciano. Y no, aún no
encontramos a algún marciano nativo, si era eso lo que querían saber. Por
favor, si van a pasar esto por televisión, solo quiero que sepan que, pronto,
la mitad del grupo hará una excursión a Marte. No sé si daremos la vuelta al mundo.
La verdad, para mí todo es igual. Bien, espero que lo pasen bien ahí en la
Tierra. Me despido. Un saludo a mi mamá y a mis hijos, que seguro están
siguiendo todos mis pasos por medio de la televisión. Adiós y que tengan un
buen día.
Y sin decir nada más, se acostó en su cama y durmió
profundamente.
Días después, se realizó la excursión a Marte. Se hizo
sorteo y, al final, se acordó que irían diez personas a recorrer el desierto
rojo. Entre ellos estaba Jack, Fred y Carlos. Los que irían con ellos serían
Mariam, Natasha, William, Tom, Brenda, Sophie y Lucía. Cinco hombres y cinco
mujeres, lo cual podían formar cada uno su pareja y, a lo mejor, comenzar un
romance, tal como bromearon algunos.
Brenda era la encargada de llevar su cámara fotográfica. Todo
lo que filmaría sería transmitido por televisión en diferido. Irían a un canal
donde, supuestamente, podrían encontrar vestigios de que hubo agua en Marte.
Durante la exploración, bromearon con el tema y dijeron que, a lo mejor, se
encontrarían con un extraño oasis lleno de plantas y un pequeño lago de agua
potable.
-
¿Qué tal si existen los marcianos?- preguntó
William.
-
¡No lo creo!- dijo Tom- los científicos han
explorado miles de veces este planeta y no encontraron nada.
-
Sin embargo, se dice que hallaron unas extrañas
ruinas e, incluso… ¡Un edificio con la forma de un rostro!- dijo Carlos.
-
Sí. Y al final resultaron ser ilusiones ópticas-
dijo Lucía.
Jack y Brenda, que estaban filmando la conversación y se
encontraban detrás del grupo, sintieron que un fuerte viento los golpeaba. De
pronto, una inesperada tormenta de arena los atacó y, para protegerse, se
ocultaron detrás de unas rocas apiladas que formaban una pequeña cueva.
-
¡Creí que no habría nada hoy!- gritó Natasha.
-
¡Esto es Marte! ¡La vida aquí es dura!- le
respondió Mariam.
-
¡Guarden sus energías para cuando esto acabe!-
sugirió Carlos- ¡Aún debemos ir a ese canal!
La tormenta se detuvo. El grupo, entonces, salió de la cueva
con precaución. Brenda fue la primera en salir con su cámara y dio un grito que
sorprendió a todos. Cuando Jack le preguntó qué le pasaba, Brenda señaló hacia
el suelo y todos lanzaron también gritos de sorpresa.
El suelo estaba completamente cubierto por una capa de
granos de oro. Eran de diferentes tamaños y brillaban con tanta intensidad, que
los astronautas activaron la visión polarizada de sus cascos para protegerse
los ojos.
Jack tomó unos puñados de los granos. Era oro de verdad. O
al menos en apariencia. Se lo mostró a sus compañeros y también confirmaron la
sospecha.
-
¿Oro en Marte? ¡Nunca lo habría imaginado!- dijo
Fred, rompiendo el silencio.
-
¿Cuánto han de valer?- se preguntó Carlos- es
oro de otro planeta.
-
No lo sé. Pero yo que tú guardaría una gran
cantidad- dijo Sophie.
Todos, entonces, recogieron todo el grano de oro que podían
y lo guardaron en bolsas que habían traído, especialmente, para recolectar
rocas o cualquier cosa rara que encontraran durante la exploración.
Luego de recoger el oro, siguieron trayecto. De pronto, se
encontraron ante un gran precipicio que casi no distinguieron. Acababan de
llegar al canal. Brenda hizo zoom con su cámara para ver si visualizaba algo.
en la pantallita le pareció ver como unas manchas verdes que se encontraban en
lo profundo del abismo.
-
¿Qué será?- preguntó Jack, al ver la filmación.
-
Parece… ¡Un bosque!- dijo Brenda- ¡Rayos! ¡El
zoom solo llega hasta cierta distancia!
-
¿Quién se anima a bajar?- preguntó William
-
Yo bajo- dijo Fred- esta bajada solo es apta
para surfistas marcianos.
-
Yo también voy- dijo Carlos, preparando su
tabla- ¡Estoy ansioso por conocer ese bosque! ¿Y las chicas?
-
Yo voy- dijo Brenda, señalando su cámara- van a
necesitar a su camarógrafa.
-
Yo me quedo- dijo Lucía- creo que mi tanque de
oxígeno se me acabará pronto. Tranquilos, aún tengo reservas.
-
Entonces me quedaré contigo- dijo William- no es
bueno que una chica se quede sola.
-
Yo quiero ir- dijo Sophie- creo que debemos
irnos la mitad del grupo. ¿Alguien más se ofrece? ¡Necesitamos un candidato!
-
Yo iré- dijo Jack- así completamos el grupo de
cinco. El resto se queda aquí. Si algo nos pasa, deben comunicarse con la base
y abandonar el lugar rápidamente.
Mariam, Natasha y Tom decidieron quedarse con Lucía y
William a esperar. El resto prepararon sus tablas flotadoras y bajaron
lentamente hacia el extraño sitio que Brenda filmó.
Al llegar, no se encontraron con un bosque ordinario. En
efecto, había esculturas de formas extravagantes y todas hechas con piedras de
color verde. Eran pequeños fragmentos de rocas verdes, todas superpuestas entre
sí, como si fuesen esculturas de arte contemporáneo.
-
Esos son… ¿Esmeraldas?- dijo Brenda, sin dejar
de filmar.
-
¡Qué extraño!- dijo Fred- ¡Esto no parece ser
hecho por deterioro natural!
-
Es como si alguien los pegó y los superpuso de
esta manera- dijo Carlos- ¿Será que… esto indica… que sí existen… los
marcianos?
Carlos palpó una de las esculturas y ocurrió algo muy
extraño. Las rocas se separaron bruscamente, flotaron por el aire unos segundos
y, luego, rápidamente, rodearon al joven surfista y lo cubrieron por completo.
-
¡Carlos!- gritaron todos, al ver lo que había
pasado.
Pero Carlos no respondió. Solo se encontraba otra escultura,
que moldeaba su forma y que tenía el aspecto de ser tan fija y sólida como
siempre.
-
¡Carlos! ¡Responde!- gritó Jack- ¿Puedes oírnos?
¡Di algo!
Solo el silencio les respondió. Era como si las rocas verdes
hubiesen absorbido a Carlos por completo.
-
¿Qué está pasando?- gritó William, desde arriba,
que escuchó los gritos por el comunicador- ¿Qué le pasó a Carlos?
-
¡Aún no lo sé!- le respondió Brenda, que lo
había filmado todo y que intentaba comprender las imágenes que había captado-
¡Las rocas rodearon a Carlos y desapareció!
-
¡No!- gritó Fred que, por querer salvarlo,
golpeó las rocas bruscamente.
Las rocas, entonces, se volvieron a separar y, esta vez,
rodearon a Fred por completo. Volvieron a fusionarse y a formar otra escultura
dura y sólida. Aunque salieron del sitio donde debería haber estado Carlos,
éste no volvió a aparecer más. Ni siquiera apareció vestigio alguno de que
había estado ahí.
-
¡Debemos salir de aquí!- dijo Jack.
-
¡No!- gritó Sophie, que estaba por acercarse
donde debería estar Fred- ¡Debemos salvarlos!
Jack y Brenda sujetaron a Sophie con fuerza y la alejaron de
esas terribles esculturas de piedras verdes.
-
¡No! ¡Ellos no pudieron haber desaparecido!-
gritó Sophie, intentando liberarse- ¡Esto es una pesadilla! ¡Estoy segura de
eso!
-
¡Cálmate, por Dios!- le gritó Brenda,
golpeándole el casco por querer darle una bofetada- ¡Acéptalo! ¡Fred y Carlos
desaparecieron! ¡Se hicieron humo! ¡No podemos hacer nada! ¡Solo salir de aquí
y anunciarlo en la base!
Sophie empezó a llorar. Dejó de forcejear y cayó al suelo,
temblando de pies a cabeza. Jack y Brenda la ayudaron a levantarse, prepararon
las sogas y estacas y empezaron a subir.
De Fred y Carlos solo quedaron sus tablas, que los colgaron de sus hombros para
escalar con más facilidad.
Cuando se reunieron con el resto, Brenda les mostró la
grabación. Luego de lamentar la repentina desaparición de Fred y Carlos, fueron
directo a la base.
Ya estaba oscureciendo. Y como se encontraban muy lejos,
volvieron a refugiarse en la cueva. Ahí, Jack abrió la bolsa donde se suponía
debían estar los granos de oro y, en su lugar, solo encontró un montón de
arena.
-
¿Pero qué está pasando aquí?- dijo William, que
también corroboró su bolsa y encontró arena en vez de oro.
Todos hicieron lo mismo y se asustaron.
-
Fue ilusión óptica- dijo Lucía, arrojando la
bolsa bien lejos- y estoy segura de que esas esculturas verdes también lo son.
-
Sin embargo, eso no dice la filmación- dijo
Brenda, mostrándoles a todos lo que había captado- aquí es cuando encontramos
esos granos de oro- adelantó un poco más el filme- y aquí cuando encontramos
esas esculturas verdes.
-
Tengo una teoría- dijo Jack, de pronto- ¿Se
acuerdan cuando hablamos sobre las supuestas construcciones que se encontraron
en Marte hace décadas? ¿Y que resultaron ser ilusiones ópticas? Pues bien, creo
que esas construcciones sí existen, pero “no son eternas”.
-
¿A qué te refieres?- le preguntó Tom.
-
Pues bien, que este planeta contiene muchas
cosas que apareces y desaparecen a su antojo. Los granos de oro, las
esculturas, las construcciones, el rostro… todo eso realmente existen, pero
solo aparecen por un intervalo de tiempo y, luego, se esfuman. Los cambios de
la Tierra ocurren, pero no con la velocidad que ocurren en Marte. Esto solo
quiere decir una cosa: tal vez en Marte no haya vida como hay en la Tierra.
Pero este planeta no está muerto del todo. Sí hay vida… pero es etérea,
extremadamente efímera. Aparece y desaparece a su antojo.
Todos quedaron reflexionando sobre las palabras de Jack.
Sophie, que había estado muy callada todo ese tiempo, dijo:
-
¿Y qué hay de Fred y Carlos? ¿Eso quiere decir
que regresarán?
Jack reflexionó esas preguntas. Luego respondió:
-
Creo, más bien, que Fred y Carlos ya forman
parte de este planeta. Por lo tanto, volverán a aparecer. Pero desaparecerán
enseguida, tal como pasó con los granos de oro.
Al amanecer, levantaron campamento y siguieron caminando.
Por suerte, no se encontraron con ninguna tormenta de arena, por lo que
pudieron surfear un poco y regresar a la base sin problemas.
Brenda les mostró a todos las grabaciones. Muchos entraron
en pánico y, enseguida, exigieron regresar a la Tierra. Otros, en cambio,
argumentaron que aún debían averiguar qué pasó realmente con Fred y Carlos.
Sophie fue una de ellas. Las discusiones aturdieron tanto a Jack, que se
encerró en su habitáculo, miró a la cámara y dijo:
-
Hoy estoy triste por la pérdida de dos grandes
amigos: Fred y Carlos. Fueron grandes surfistas marcianos y estábamos muy
ansiosos de poder disfrutar de otra partida de surf. Hay una nueva teoría con
respecto a este planeta, pero solo lo diré cuando transmitamos fragmentos de la
exploración. Solo espero que esto aporte algo nuevo a los científicos y que
vean que Marte no es un planeta muerto como habíamos pensado. El pánico cundió
en la base por esta causa y se pide el traslado inmediato a la Tierra. Sin
embargo, aún creo que hay mucho por explorar. El paisaje no es igual en todos
lados, después de todo. Así que, si me pasa algo, es porque me fusioné con el
planeta y que, tarde o temprano, volveré a aparecer. Y quien sabe, hasta
sigamos haciendo torneos de surf marciano por toda la eternidad. Bien. Me
despido y que la pasen bien. Mamá, dile a mis hijos que lo siento, que no podré
volver a casa. Pero podrán seguir viéndome en la televisión. Siempre les tendré
en mi recuerdo. Que tengan un buen día.
Del grupo de exploración, solo Jack, Sophie, Brenda y
William se quedaron en Marte, junto con otros, con los cuales formaron nueve
personas. El resto, presas del pánico, regresaron a la Tierra.
Mientras veía a la nave partir, Jack pensaba y no dejaba de
pensar. Sabía que, pronto, se volvería a encontrar con Fred y Carlos y le
dirían lo que vivieron mientras fueron absorbidos por Marte.
Sophie se acercó a él y le agradeció por haber tomado esta
drástica decisión. Jack le respondió:
-
Tus amigos estarán bien. Los idiotas viven
muchos años. No sé si regresaremos a casa, pero estoy seguro de que volveremos
a vernos de nuevo.
Sophie sonrió. Luego, juntos, empezaron a surfear por el
extraño e infinito desierto rojo.
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