De día, de noche. Por horas veo el recuerdo de tu reflejo. Ya sea por los cristales de las ventanas, por los espejos, por el brillante metal de la cuchara o por la gota de agua recorriendo una hojita. Mis brazos se extienden, intentan desprenderse de mí. Tu reflejo sigue distante, intentando fugarse de los ojos de mis recuerdos para nunca atraparte.
Aun sigues en mis recuerdos, así como también mis brazos siguen extendidos. Mas estoy segura que, algún día, mis brazos llegarán a ti y la fantasía del recuerdo romperá la ilusión del reflejo.
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