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domingo, 17 de junio de 2012

Historia estúpida


Esta es la historia más estúpida del mundo. Tan estúpida que no sé si me animo a contar. Pero bueno, ya que estamos.
Resulta que esta historia se trata de un hombre estúpido. Ese hombre siempre fue un niño mimado, que conseguía lo que quería cada vez que hacía sus berrinches. Pues bien, pasó el tiempo y empezó a trabajar en una importante empresa para farándulas de televisión. Eso es, se dedicaba a observar los castings de conductores o bailarines para ciertos programas. No me pregunten cuál era su función exactamente, porque eso no viene a cuento. Tampoco me pregunten el porqué digo que era estúpido. De seguro piensan que es porque se creía lo primero que le decían. Falso. En realidad no por eso uno es estúpido. Una cosa es la credulidad y otra, muy diferente, es la estupidez. Tampoco era de los que se aplazaban con frecuencia en clases. No porque uno tuvo un aplazo en un examen quiere decir que sea estúpido. Pero bueno, no sé para qué quieren saber el porqué era estúpido. Si lo conocieran, me darían la razón y listo.
Resulta que él trabajaba en ese lugar que mencioné antes y, cada tanto, metía la pata cada vez que abría la boca para decir tonterías. No lo hacía por maldad. No tenía la culpa de ser así. Los demás lo notaron y empezaron a burlarse de él a sus espaldas. Entonces él, un buen día, los enfrentó y les dijo: “¡No soy estúpido! ¡Solo soy poco inteligente!”
Creyendo que, así, lograría que lo respetaran, recibió el coro de burlas y lincheos por parte de sus compañeros de trabajo. Por días no se hablaba de otro tema y, por su estupidez, consiguió que le dedicaran solo un programa para él y su frase célebre que rondó por diversas páginas web. Por la calle, la gente lo reconocía, lo señalaba y gritaba: “¡Ahí está el estúpido que no es estúpido!”
El pobre estúpido no entendía nada más. Algunos lo tenían como una superestrella y, otros, usaban su imagen photoshopeada para representar su altísimo grado de estupidez. Es que la gente demuestra tener tanta imaginación y creatividad para esta clase de cosas, que hasta el estúpido se da cuenta de eso.
Al final, no tuvo otra opción más que aguantar todas esas estúpidas manifestaciones de su imagen y frase  y esperar a que apareciese otro más estúpido para que, rápidamente, tomara su lugar.

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