Vislumbrando tu sombra, te vi pasear por entre los enfermos.
No pude verte, pero te sentí. Lentamente, tal como se consume la llama de una
vela, paseaste por los cuartos con tu silencioso paso. Quise darme la vuelta
para asegurarme, pero me detuve. No sabía si sería lo correcto. Ni siquiera
sabia hasta qué punto la locura me nublaría el razonamiento y me haría caer al
borde del abismo. Por lo tanto, me quedé ahí, quieta, mientras me abandonaba
por los suspiros del sueño profundo. A pesar de aquello, pude sentirte cerca. Sentí
tu mano, apoyándose suavemente sobre mi hombro, como si quisieras entrar en
contacto conmigo. Incluso sentí tu respiro. Querías decirme algo, pero te
contuviste. No podías llegar a nada más. Aún así, sentí que, de a poco, se
solucionarían los problemas y todo lo que vivimos en esta etapa llegaría a un
punto final. Pronto, y no se cuándo será, podremos vernos la cara y charlar
como antes, tal como debería haber sido siempre.
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