Un año más en la que, trágicamente, perdió a su pequeña en
aquel devastador incendio.
La niña solo tenía un año y, como toda madre, tenía la
esperanza de verla crecer, jugar con otros niños, escribir sus primeras
palabras…
Y otro año más, en que conmemoraron a las víctimas de esa
tragedia, ignoraron su existencia.
Otra vez, al hojear el diario, se llevó una indignación por
atribuir la imagen del policía resucitando a un bebé la identidad de otro niño.
Un alma inocente, que sí pudo crecer, jugar con otros niños, ingresar a la
escuela, escribir sus primeras palabras…
-
¿Cuándo reconocerán ese error?- se preguntó la
desconsolada mujer- ya les dije que aquella bebé es mi hija.
Observó la foto histórica, que recorrió el mundo, vanagloriándolo
como un héroe por salvar a alguien que acababa de existir en el mundo. En
realidad, él no logró su objetivo, quedó deshecho, hizo lo que pudo y no lo
logró. Llegó tarde. Lo sabía. Y sin embargo, por no querer exponer una historia
con un triste desenlace, los rápidos trazos de la prensa se ocuparon de cambiar
la historia y tomar la imagen del niño que sí sobrevivió, como una esperanza de
vida, una razón más para seguir en la lucha.
La mujer observó otra foto de su hija, que no dejaba de
mirarla eternamente. Ella sí existió, tenía fotos, la tuvo en su vientre por
nueve meses.
-
Existió. Te tuve en mis brazos- le dijo la mujer
a la imagen de su hija.
Su ensimismamiento pasó cuando sintió el fuerte soplo del
viento. La mujer se dio cuenta de que se olvidó de cerrar la ventana. Sin
embargo, también podía ser el espíritu de la pequeña que, como todos los años,
le hacía una breve visita. Cerró la ventana, creyendo que así su hija
permanecería más tiempo a su lado. Luego fue directo al estante donde se
encontraba la imagen de la Virgen, junto con otros santos y la foto de la niña.
Se arrodilló, juntó las manos y empezó a rezar.
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