El viento solo era
una ligera brisa, que acariciaba los hermosos cabellos dorados de la princesa
del bosque.
Hubo una gran
tormenta, que amenazaba con echar al mundo, pero los fuertes árboles gruesos
protegieron a todas las criaturas que se encontraban en el bosque.
La princesa estaba en
un árbol, junto a unos pájaros carpinteros y horneros que le hicieron un
refugio para protegerla, porque si ella moría sin descendencia, el bosque
correría peligro de acabarse, y todos los seres vivos morirían, y eso sería el
fin del mundo, que todos los humanos hablan con cierto temor y cierta
indiferencia.
-
su alteza. ¿Se encuentra
bien?- le preguntó un pitogue.
-
Si, estoy bien y feliz de
que ninguna criatura este herida por esta tormenta.
La princesa tenía los
cabellos largos, hasta los talones. Sus ojos eran de color verde agua, parecido
al mar, como muchas aves migratorias le habían dicho. Sus vestidos se
confundían mucho con las hojas de los árboles y sus troncos o la tierra, ya que
podía camuflarse, igual que una iguana o algunos bichos, y el camaleón. Ella
era un gran espíritu del bosque, que lo mantenía con vida por largo tiempo.
Claro que tenía un límite de tiempo, y antes de morir, tenía que dejar un
descendiente, que siguiera con su tarea.
La princesa caminó
por la alfombra de hojas y ramas, que cayeron durante la tormenta. Solo
vigilaba si no había ningún ser herido, o algo así.
Lo único que vio fue
un jaguareté bebé, que perdió a su mamá. La princesa sabía que si una criatura
bebé perdía a sus padres, o eran adoptados por su misma especie, o morían. Por
suerte, logró encontrar a otro jaguareté, y ella le crió a ese bebé.
Volvió a pasearse, para ver cómo estaban los
demás. Como era un espíritu, podía multiplicarse, e ir a todos los rincones del
bosque y explorarlo todo. Sabía las leyes de la naturaleza, para hacer que el
bosque nunca muera.
Luego de resolver
ciertos problemas, se dio cuenta de que aparecían otros más graves: los humanos
estaban cortando árboles.
Al principio, los
humanos vivían en el bosque, ahí formaban sus imperios, y gobernaban sobre los
otros animales. Solo que como eran tan débiles, empezaron a caer en el pecado,
y destruirlo todo. Por eso, empezaron a construir sus civilizaciones fuera de
los bosques, y olvidando que no podían acabarse, o morirían, cortaron todos sus
árboles.
-
princesa- le dijo un
guacamayo- los humanos aparecieron otra vez, y cortaron muchos árboles.
-
¿Cuántos ya han cortado?-
dijo la princesa.
-
Como unos 200 árboles.
-
Si esto sigue así, ya no
quedarán más bosques.
-
¿Y qué haremos?
La princesa pensó por
un momento. Le habían dicho que la mayoría de los humanos eran malvados, pero
también estaban los buenos. Debía hacer algo para decirles a los humanos buenos
que paren a los malos y así el bosque no se destruiría.
De repente, sintió
como si fuera que un puñal clavara su corazón. Cuando era joven, le habían
dicho que cuando el bosque estaba completamente dañado, sentiría como si
alguien le clavara su corazón.
La princesa se agarró
el pecho con las dos manos. No podía respirar.
Todos los animales se
fueron a ver qué le pasaba a la princesa.
Se había desmayado, y
todos se asustaron por eso.
Hubo gritos de
pájaros, no muy lejos de ahí. Se cayó un árbol, ya se podía oír bien claro el
sonido de las máquinas, que los humanos utilizaban para destruirlo todo.
Entonces, apareció el
caballero de los árboles, que es un espíritu encargado de hacer crecer los
árboles, lo bastante fuertes para proteger a todos.
-
¿Qué está pasando, caballero
de los árboles?- le preguntaron los animales.
-
Los humanos han cambiado. Ya
no temen al bosque, y han creado cosas horripilantes. Mi poder no puede
detenerlos- les dijo el caballero.
-
¿Y qué haremos?- dijo un
carpintero.
-
Enviaré a las aves
migratorias a que avisen a todos los espíritus sobre este problema, aunque ya
lo sabrán, por supuesto. Se convocará una reunión, es una orden de Naturaleza.
Estas palabras pasaron
de boca en boca de cada animal que había en el mundo. Lo supo desde la
hormiguita hasta el elefante, desde el surubí hasta la ballena azul, desde el
colibrí hasta el águila. Todos estaban concientes de este problema, y todos
estaban muy preocupados por esto.
La princesa del
bosque se despertó. Estaba cubierta de hojas y dentro de una cueva de conejos y
liebres.
-
¿Se siente bien, princesa?-
le preguntó una paloma, que la vino a visitar por casualidad.
-
No, mi corazón me duele. El
bosque se está acabando- dijo la princesa, muy triste.
-
Todos los espíritus harán
una reunión- dijo una liebre.
-
Debo ir, todos estarán ahí.
Les contaré mi problema, y la solución que tengo. Se me acaba de ocurrir una
idea.
Salió de la cueva, y
empezó a caminar. Sus cabellos volaron otra vez con el viento, y todos se
dieron cuenta que el color dorado estaba cambiando poco a poco en un blanco muy
brillante. Eso quiere decir que ya le faltaba poco, y que tenía que buscar una
descendencia antes de morir.
Llegó a la reunión, y
vio que todos estaban ahí, tan preocupados por el problema que había. Formaron
un gran círculo, y en el centro se encontraba Madre Naturaleza. Se la veía muy
enferma y arrugada. Era muy linda antes, pero el hombre la hirió gravemente que
empezó a enfermar, y a atacar con brutalidad a todo lo que se interponía en su
camino.
-
bienvenidos sean todos- dijo
Naturaleza- los he llamado porque el hombre está destruyendo los bosques. Ya no
se acuerda de lo importantes que eran, y durante todos estos tiempos habían
evolucionado tanto en maldad que solo les importa sus propias vidas.
Todos afirmaron con
la cabeza, y no pudieron evitar una cara de preocupación por la salud de
Naturaleza.
-
el día en que el ser humano
acabe con el último árbol que queda, moriré- volvió a decir Naturaleza, y todos
se asustaron mucho- necesito planes para que no se mueran los bosques, para que
no se destruya el planeta, porque en cualquier momento, y ya estoy comenzando
ahora, trataré de defenderme matando a los humanos.
Apareció un alboroto
en la reunión. Todos querían dar sus ideas, pero como lo hacían al mismo
tiempo, nadie sabía ni siquiera lo que trataba de decir la persona que estaba a
su lado.
La princesa del
bosque se paró, y todos callaron, porque sabían que era el espíritu más
importante que tenía Madre Naturaleza. Se le acabó de ocurrir un plan, e iba a
decírselo a todos, y sabía que todos lo aprobarían, porque era la única
esperanza que había para salvar la
Tierra y sus seres que habitan en ella.
Dijo su plan, y todos
escucharon con mucha atención. Cuando terminó de explicar, hubo un murmullo en
todo el lugar.
-
¿Cuándo puedo comenzar?-
dijo la princesa del bosque.
-
Si comienzas ahora, será
mucho mejor- dijo Naturaleza.
Entonces, la princesa
suspiró, y de su boca salieron un montón de pequeños espíritus. Eran redondos,
brillantes y blancos, y empezaron a volar por todas partes, mientras que los
presentes los miraban con sorpresa.
-
estos espíritus son
“conciencia de peligro”- explicó la princesa del bosque- y solo algunos humanos
pueden poseerla.
Las conciencias de
peligro se dispersaron por todas partes, y luego desaparecieron. De seguro,
están en distintos puntos del planeta, haciendo que la gente tomara conciencia
del peligro en que estaba la humanidad.
La princesa del
bosque se desmayó. Ya le faltaba poco para que muriera.
De su pecho, apareció
una esfera rosada. Esa esfera empezó a tomar forma, y se transformo en una
princesa del bosque, era igual que la otra, solo que era como una niña.
-
esta es mi descendencia-
dijo la princesa, al ver a la niña- ella será la princesa del bosque, aunque
ahora, su vida será bastante más difícil a partir de hoy- expiró y desapareció.
Nunca se sabía lo que
le decía, pero la princesa adoptaba una expresión de comprender lo que le
decía, y luego se despedía de la Madre Naturaleza con una reverencia.
Todos los espíritus
del bosque, los animales y las plantas se enteraron que apareció una nueva
princesa del bosque, y que su vida sería más dura, ahora que los humanos están
destruyendo el bosque.
Solo quedaba la
última esperanza de la antigua princesa, el plan que salvaría al planeta entero
de la destrucción total.