Tengo ganas de contar una historia. ¿Cuál, me preguntas?
¡Pues no sé! Si cuento una historia triste, todos llorarán; si cuento una
historia alegre, me tratarán de frívola. Aún así, tengo ganas de contar
historias. ¿Conoces algunas? Mmmmh… Bueno, yo sé muchas y no sé por cuál
comenzar. ¿Cuentos clásicos? ¡Ya se la saben todos! ¿La historia de mi vida? No
sé… no hay mucho que contar. ¡Rayos! ¡De tan solo pensar en esto me duele la
cabeza! ¿Combinar historias? No sé, no le veo el sentido. Hay muchos
conservadores que no quieren escuchar, por ejemplo, de hombres lobos que comen
cerebros, o de hadas que fornican con vampiros, o de brujas que viajan por el
espacio gracias a los OVNIS. ¿A ti te gustaría que contara esa clase de
historias? ¡Lo sabía! Tendré que leer más o que. O no llegaré a nada.
¿Romances? ¡Mucho cliché! ¿Terror? ¡Ya dan asco! ¿Suspenso? ¡Me duele hasta el
pensamiento! ¿Filosófico? ¡No! ¡Muy profundo para mi gusto! Me rindo. No sé qué
contar. Mejor contas vos una historia y se terminó el partido.
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