La niña de cabellos largos y ojos brillantes iba caminando por el bosque. No estaba perdida, aunque tampoco sabía bien hacia dónde se dirigía. Solo seguía a una mariposa de alas verdes y negras. Tampoco sabía el porqué la seguía. Solo caminaba.
La mariposa dejó de volar y se posó encima de unos matorrales. La pequeña, entonces, pasó por entre las plantas y llegó a un hermoso claro. Ahí, vio una mansión de paredes blancas y, enfrente, estaba una mujer de cabellos cortos y enrulados, que estaba mirando el cielo.
La niña, entonces, se acercó a la mujer y le preguntó qué miraba. La mujer señaló hacia arriba y le mostró algo sorprendente: un cielo casi blanco, con tres soles a lo alto y un cuarto sol que salía en el horizonte.
La niña, entonces, empezó a llorar. La mujer le preguntó qué le pasaba y la niña le dijo:
- Me abandonaste y te fuiste a este hermoso lugar. No sabes cuánto te extraño.
La mujer entonces, se arrodilló hasta la altura de la niña. Le secó las lágrimas con los dedos y le mostró una media sonrisa. Le quería mostrar confianza, seguridad… por las circunstancias de la vida, tuvieron que separarse pero, en esos instantes, tuvieron la oportunidad de verse.
Estuvieron así por un rato, hasta que la niña dejó de llorar. Acarició los cabellos de la mujer mientras que ella acariciaba los suyos.
Entraron en la mansión. Las habitaciones estaban oscuras, pero no tropezaron con mueble alguno. Siguieron caminando, tomadas de las manos, hasta llegar a una pieza cuyas luces estaban prendidas. Solo había una cama enorme y de sábanas de algodón. La niña y la mujer se acostaron, sintiéndose como si flotaran encima de las nubes. Y ya cuando estaban a punto de dormir, la mujer le dijo a la niña:
- Todavía no es tu turno
La niña, entonces, se despidió de la mujer con un beso en la mejilla. Se levantó y, por algún motivo, salió de la ventana y empezó a volar.
Y mientras volaba, la niña vio ciudades, monstruos, gente que conocía y no conocía… tantas cosas vio que dejó de volar y se posó encima del techo de una casa, en donde miró en el cielo unas estrellas multicolores que la sumieron en un sueño largo y profundo.
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