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viernes, 29 de mayo de 2009

En boca de…

No somos todos los que estamos y no estamos todos los que somos” Decía, como bienvenida, el letrero que estaba en la entrada del manicomio. Eso lo sabía muy bien la ciega loca que, a pesar de su oscura existencia, tenía los oídos más agudos que cualquier ser humano común.
Ella jamás pisó el manicomio, que estaba a una cuadra de su casa. Todos la temían, dado que tenía muy buen oído y olfato como lo suelen tener ciertos animales en su estado. Creían que, si se lo proponía, podría atacarlos como si fuesen monstruos o aliens.
A veces hablaba con un amigo inexistente acerca del manicomio y del letrero que tenía como bienvenida al tal horrible lugar. Un día, la escucharon decir:
- ¿Así que son los locos los que están sueltos y los cuerdos lo que están encerrados? Pero óyeme bien, viejo amigo! Yo no pienso ir a ese lugar hasta que muera… ¡No estoy loca! Solo que muchos envidian mi condición de ciega y no pueden hacer nada para remediarlo.
Cuando dijo todo eso, arrojó una que otra piedra para ahuyentar a los supuestos monstruos.
Cierto día, temerosos por los constantes abusos de esa mujer hacia los demás, los vecinos fueron hasta su casa y la obligaron a salir de ahí. Hicieron llamar a los médicos del manicomio, que estaban listos para lo peor.
Forzaron la cerradura y, al entrar, encontraron a la ciega completamente desnuda, recostada sobre el sofá y hablando a gritos entrecortados, como si fuese atacada por alguien.
- ¡Déjame, maldito! ¡Déjame y vete a tu cueva, tloglolita! ¡Ya es suficiente con lo que me dice la gente de afuera!
Los médicos, no sin antes compadecerse de la condición de la mujer, la tomaron de los brazos y las piernas, inmovilizándola completamente.
Luego de un grito corto, se quedó en silencio. Seguía forcejeando, por lo que tuvo que ser inyectada para que se durmiera.
Antes de que la anestesia cobrara efecto, uno de los médicos se preguntó que qué era lo que tanto decía la gente de ella. La respuesta no tardó en responderse:
- Que estoy loca. Pero por lo visto no piensan mandarme para el manicomio mientras no empiece a tirar piedras.

(2008)

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