Un cuento que escribí cuando no se me ocurría nada que hacer. Espero que les guste...
Iba ahí, montado en su caballo. El caballero volvía a su reino, para ir ante el rey. Su caballo casi volaba, de tan rápido que iba. Algunos jurarían que su caballo tenía alas, pero no es así.
El caballero no para en ningún lugar, solo va con el caballo, corriendo sin parar. Solo parará hasta llegar a su reino, y al rey saludar.
María terminó su escrito. Por fín podía descanzar. La profe de Sociales le había dicho que tendría que hacer un escrito sobre cómo se vivía en la edad media, y cómo eran los caballeros.
Ella se los imaginaba seres solitarios, que cabalgaban sin cesar en un caballo, o al menos, eso fue lo que escribió en su composición.
Al día siguiente, le entregó su tarea a la profe, y luego de que ella la haya calificado, se sentó en su silla, y sacó su libro.
Todos estaban leyendo, y la profe explicaba los textos. Otra vez María tuvo sueño, y sin que nadie lo notara, se quedó dormida en clases.
El caballero se detuvo. No era porque llegó a su pueblo, era más bien porque estaba al borde de un precipicio, y no era un lugar adaptable para caballos.
Quiso volver y tomar otro camino seguro, pero el caballo relinchó, y movió sus patas en señal de que queria afrontar el peligro.
Entonces, el cabalero avanzó, y el caballo saltó varias veces para evitar pisar rocas filosas.
Finalmente, el caballo tropezó, y los dos cayeron al suelo. El caballero perdió el conocimiento, con la esperanza de que todo eso fuese un sueño.
- ¡María!- le gritó la profesora en su oido
- ¿Qué pasa?- dijo ella, un poco asustada.
- ¡te volviste a dormir, sinvergüenza! ¿A qué hora duermes en tu casa?
- a las 11 de la noche.
- Pues duerme más temprano. ¿Entendido?
María salió del colegio en la salida, y se fue a una heladería. Ahí encontró a Tania, y las dos se sentaron a tomar helados.
- ¿Sabías que tuve un sueño muy extraño, y a la vez lindo?- le comentó María a Tania.
- ¿Extraño y lindo? Qué raro. ¿Cómo es tu sueño?
- No lo sé, pero me sentía libre, encima de un caballo. Saltábamos rocas y rocas, hasta que caí en un precipicio, y me desperté de mi sueño.
- Realmente, aparte de ser extraño y lindo, es dramático.
- Varias veces tuve esa clase de sueños, y siempre era la misma persona montada en el mismo caballo.
- A lo mejor… ¡Soñaste con tu vida pasada! Muchos expertos dicen que la gente con vida pasada tienen algún recuerdo de eso guardado en su cerebro.
- No me vengas con eso…
- Mucha gente ha comprobado que realmente soñó con su vida pasada. A lo mejor, fuiste un guerrero, o un caballero, o un príncipe, o tal vez solo un viajero.
- ¿Y como puedo comprobar que tuve una vida pasada realmente?
- Conozco a alguien que te puede hacer regresar a tu vida pasada, o vidas pasadas. Hay gente que ha reencarnado más de 100 veces.
- De seguro, ahora serán gérmenes.
Las dos rieron, y se fueron junto a esa persona, que era una gran bruja de la regresión.
El caballero despertó. Había tenido un sueño muy raro, en donde había viso cosas muy raras.
Se encontraba en una cama, y se dio cuenta de que le sacaron la armadura que tenía puesta. Estaba semidesnudo, dentro de un cuarto.
Se abrió la puerta, y entró ahí una joven. No parecía tener más de 16 años. Sus cabellos eran largos y ondulados, y tenía un vestido de campesina.
- te traje algo de comida- dijo la joven, muy tímida.
Le dio una sopa al caballero, y él la bebió. Luego, preguntó dónde estaba.
- estás en las tierras del conde Claustrom. Tuviste suerte, ya que si él te veía, te habria matado.
- ¿Pero, por qué?- preguntó el caballero.
- Lo importante es que estas a salvo. Mi padre te encontro entre unas rocas, cuando estaba bajando de la montaña. Te trajo hasta aquí, y te sacó tus armaduras. Solo perdiste el conocimiento, no te rompiste nada.
- ¿Qué pasó con mi caballo?
- Mi papá no vio ningún caballo. A lo mejor, cayo al otro lado de donde estabas.
Entró en la pieza el padre de la chica. Era un hombre muy grande, tan grande que él solo podía estirar un carro con cargamento pesado, algo que no lo haría un solo buey.
- vaya, caballero, por fin te despertaste. Dejame ver cómo estas- dijo el señor, y empezó a revisar al caballero- veo que te sientes bien. Bueno, ya conoces a mi hija Isabel.
- Sí, claro- dijo el caballero.
No sabía qué hacer, aún se sentía débil, pero con un poco de suerte, conseguiría un caballo y saldría de ahí.
Se oyó una trompeta, y el padre y la hija salieron afuera, a ver qué pasaba.
El caballero también se levantó, y lo único que econtró de ropa fue una túnica. Se la puso, y se asomó por la ventana.
Ahí afuera estaba un conde, lo supo al ver sus vestiduras. Estaba acompañado de otros 5 hombres, todos bien armados.
- muy bien, venimos a que paguen los impuestos- le dijo el conde al señor.
- Por favor, la cosecha fue muy mala hoy, apenas tenemos para comer y…
- ¡Callese!- le dijo el conde, y levantó un palo para golpearlo.
El caballero agarró cualquier palo que encontro, y salió afuera, y bloqueó el golpe.
- ¡Déjalos en paz!- le dijo el caballero.
- ¿Tú quíen eres para darme órdenes? Creo que tu vida será muy corta, pequeño- dijo el conde.
- Por favor- dijo la chica- es nuestro… primo, y… no sa… be cómo funcionan las cosas aquí.
- Bueno, por eso, te perdono, pero no me vuelvas a desafiarme.
El conde se fue, con su pequeño ejército. Parece que se olvidó hasta de los impuestos.
- ¿Quíen es él?- preguntó el caballero.
- Es el conde Claustrom. Es el dueño de todas estas tierras, y lo malo, es que nos maltrata a todos.
- ¿Y no se quejaron ante su rey?
- No, él nos vigila. No quiere que se sepa sobre esto. No podemos hacer nada.
- ¡sí podemos, y lo haremos ahora mismo!
- lo repito: esto es una tontería- dijo Maria por enésima vez.
- Tranquila, solo entra en la pieza y veras- le dijo Tania.
Las dos entraron, y encontraron un montón de cosas muy raras: naipes, collares de perlas, caracoles de todos los colores, oráculos de diferentes tamaños y formas, una mesa con un mantel tricolor ( rojo, blanco y azul) y ahí, sentada, estaba una mujer, con pañoleta en la cabeza, los brazos cubiertos de pulseras, y los dedos tenían muchos anillos. Su vestido se parecía al de una gitana, y la mujer se veía muy vieja.
- bienvenidos a mi tienda. ¿Qué les puedo ofrecer?- dijo la mujer.
- Queremos una ceremonia de regresión. No para mí, sino para mi amiga- dijo Tania, mirando a su amiga María.
- Bueno, no se preocupen, sientate, que esto puede ser muy largo.
María se sentó, frente a esa mujer. La mujer le dijo que cerrara los ojos, y trate de concentrarse en algo que le hace pensar que tuvo una vida pasada.
Maria recordó aquel sueño, que le había contado a Tania. De repente, vio que estaba frente a un señor, que parecía un conde. Con él estaban unos 5 hombres.
- es hora de que te vayas de aquí- dijo María, y notó que su voz sonaba muy masculino y grave.
- No me hagas reir, ya que yo te mataré- le dijo el conde.
Y entonces, la batalla comenzó. María agarró una espada, y peleó con el conde.
La batalla duró como varias horas. Muchos ya se veían muy cansados, y otros, los muy cobardes, se habían escondido.
- muy bien, caballero, yo gané la batalla- dijo el conde al caballero- ríndete ahora, y sobrevivirás.
- Un hombre valiente solo acepta morir de pie que vivir de rodillas- dijo el caballero, y siguieron la lucha.
El caballero clavó su espada en el corazón del conde, y él murió justo cuando él clavó la suya en el corazón del caballero.
Ya quedando unos pocos minutos de vida, recordó el sueño que tuvo, un sueño en el que no era caballero, y que vivía en una ciudad donde los carros se movían sin caballos, no habia reyes y donde todo el pueblo podía participar en el gobierno.
Ya cuando dio su ultimo respiro, María regresó a su tiempo, y otra vez se encontró en esa rara habitación, con esa mujer y Tania.
- yo era un caballero- dijo María, muy impresionada.
- ¡Muy bien!- dijo la mujer- la ceremonia de regresión fue todo un éxito. la consulta es de 2000 guaraníen, por favor.
María pagó, y salió de ahí con Tania. Se sentaron en un banco, y María le conto a Tania todo lo que vio y vivió.
- Y conste que me decías que no creías en la reencarnación- le dijo Tania.
- Es que… era tan real lo que vi. Creo que tú también deberías hacer esa ceremonia.
- Ya la hice, y se quíen fui yo antes.
- ¿Quién fuiste?
- Fui… el conde Claustrom.
2 comentarios:
Me gustó mucho, la verdad me intriga lo de la reencarnación y aquí lo utilizaste para hacer una historia muy afable...
Saludos de >Mimi<
Por cierto, te he agregado a mi lista de blogs que visito.
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