Cuando despertó, se encontró atado a una silla y dentro de una habitación oscura. Lo último que recordaba era que lo habían atacado por detrás, mientras tomaba un atajo caminando por un callejón para llegar a su casa.
No sabía el porqué lo habían secuestrado. No tenía padres millonarios, ni tampoco era algún diputado o senador. Eran una familia humilde, que apenas tenían plata para pagarle su facultad. Y según lo que sabía, no tenía enemigos ni nada por el estilo. Pero sabía bien que había un motivo justificable para que lo hubiesen raptado.
Minutos después de despertar, una puerta se abrió. Entraron dos hombres que, por algún extraño motivo, no tenían el rostro oculto. No hacía falta, dado que la pieza estaba tan oscura, que ni se podía ver las facciones de sus rostros.
- ¿Quiénes son? ¿Por qué me secuestraron?- preguntó el joven.
Pero los sujetos ignoraron sus preguntas.
Lo desamarraron y, tomándolo por los brazos, lo llevaron al otro extremo de la pieza. Uno de ellos, entonces, extendió la mano y esperó.
Una especie de rayo láser recorrió la palma y el dorso de la mano, como leyendo todas sus huellas digitales. Cuando desapareció, una puerta corrediza se abrió y ahí entraron.
Al principio, al joven le costó adaptarse a la luz que tenía el pasillo por donde iban. Pero luego se fue acostumbrando. Todavía sentía miedo por lo que le iban a hacer, aunque fue lo bastante valiente para mirar de reojo a los dos sujetos que lo llevaban casi a rastras. Así descubrió que los dos eran increíblemente idénticos, más idénticos que dos gemelos juntos. Los dos tenían el mismo peinado oscuro y, aunque solo los miró de reojo, pudo ver también que tenían el mismo rostro. Como dos gotas de agua.
Luego de cinco minutos de caminata y silencio, llegaron hasta una puerta de color dorado. Apenas estuvieron a dos metros de la puerta, ésta se abrió bruscamente y entraron a un lugar que el joven no creía que existiese en realidad.
Era un gran salón, muy parecido al de esas películas que había visto de agentes secretos o de bases secretas. Todos los que trabajaban ahí eran totalmente idénticos a los sujetos que estaban con el muchacho. Trabajaban seriamente, sin bromear entre ellos o intercambiar alguna conversación. Estaban tan concentrados en sus trabajos, que pareciera que no conocían otra cosa más.
- Pero… ¿Qué demonios es este lugar?- se preguntó el joven en voz alta.
- Es la creación de un nuevo mundo que aparecerá al final de los tiempos- dijo una voz femenina y grave a sus espaldas.
El muchacho se dio vuelta y observó a la que le había contestado a la pregunta. Era una mujer asombrosamente bella, de buen cuerpo y mirada penetrante. Estaba vestida con un vestido rojo, cuya falda le llegaba hasta la mitad de las piernas.
Antes de que el joven se quedara embobado por tal mujer, los sujetos que lo llevaron hasta ese lugar lo empujaron al piso y se marcharon.
- Perdona por tener unos sirvientes nada educados- le dijo la mujer, mientras lo ayudaba a levantarse.
- Hay tantas cosas que deseo preguntarle- le dijo el joven, cuando ya se levantó.
La mujer empezó a caminar. El joven la siguió. Y mientras pasaban por las extravagantes computadoras, robots, máquinas, hologramas y varias cosas que creyó que jamás existirían, la mujer empezó a narrarle una historia de lo más extraña de todas.
Le explicó que, de pequeña, siempre le había asustado la idea de que el mundo se acabaría. Nunca quiso aceptarlo y siempre decía que, de grande, crearía otro mundo para salvar a la humanidad.
Ya desde pequeña, tenía las ventajas de ser extremadamente hermosa y una superdotada en todas las materias, tal fue así que, a los once años, la metieron en la universidad.
La verdad, al entrar a la universidad, tuvo la idea de comenzar su disparatado proyecto.
Al principio, varios la siguieron porque creyeron que solo eran juegos de una inocente niña. Pero al ver los proyectos que tenía en su ilimitada mente, se asustaron y, poco a poco se fueron alejando.
Y así pasó el tiempo, hasta que un día, la chica logró crear un androide. Lo hizo uniendo varias partes robóticas de antiguos ordenadores, con un poco de su inteligencia y varios instrumentos más. Así creó hasta a sus propios amigos, que la ayudaron mucho con el proyecto de crear otro mundo. En secreto hizo un laboratorio en su habitación, en donde experimentaba con todos los elementos de la naturaleza para crear a sus propios seres vivos. Pero todos fueron inventos inútiles, por lo que solo pudo crear androides orgánicos, que estaban hechos con circuitos para poder moverse y hablar.
- A pesar de todas las imperfecciones, logré llegar muy lejos. Tengo el ADN de varias plantas y animales. Así que, cuando ocurra el final, podré poblar el planeta. También, en el caso de que falte el agua y oxígeno, logré crear unas bacterias que, en resumen, pueden expulsar el oxígeno y volver a poblar el planeta con vida. Con todo esto, pienso prepararme para el final de los tiempos que muy pronto se acerca…
La mujer se quedó callada por unos momentos, mientras el muchacho se dio cuenta de que todavía no entendía nada de lo que pasaba. Lo único que quería saber era el porqué lo habían secuestrado, mientras que ella le contó esa extraña historia.
- Aún no me dijiste qué hago aquí- le dijo el muchacho a la mujer.
- ¡Perdón! Lo había olvidado- dijo la mujer, dandose un pequeño golpe en la frente- seguro que conoces la historia de “Adán y Eva”, ¿No?
- Sí, la conozco muy bien.
- Bueno, tú serás Adán y yo seré Eva para cuando pueble este mundo, después del final.
- Pero… ¿Por qué yo?
- La verdad, me costó mucho encontrar a un hombre que valiera la pena. Te conocí en la calle. Digamos que fue amor a primera vista. Lo que hice fue seguirte, sacarte fotos y averiguar todo sobre ti. A simple vista me di cuenta de que eres todo lo que quiero: un hombre fuerte, buen mozo, de un buen corazón y sin grandes ambiciones, aparte de que eres hermoso y muy trabajador. Siempre quise hablar contigo, pero no encontré la manera de lograrlo.
- ¿Y creíste que con un secuestro bastaría?- dijo el muchacho, sin dar crédito a las palabras de la mujer- por si no te has dado cuenta, tengo mi familia y mis amigos. De seguro están muy preocupados por mi desaparición.
- ¿Cómo lo sabes? ¿Qué tal si, en vez de eso, se alegran de que te fuiste?
- ¡Solo lo sé y punto! Mira, eres hermosa e inteligente, la mujer perfecta para cualquier hombre de este mundo que no sé si se acabará o no. Pero yo no soy tu Adán. ¿Lo entiendes?
La mujer no dijo nada. Solo lo observó con una mirada de indiferencia.
- Ahora, si me disculpas, volveré a mi casa- dijo el muchacho, mientras se dirigía hacia la única puerta que tenía el lugar.
Pero antes de moverse tres pasos, varios androides lo rodearon, sin darle posibilidades de poder escapar.
- ¿Acaso no tienes idea de lo que me costó encontrarte?- le dijo la mujer, sin alterarse- ¿Crees que podrás marcharte así nomás? Pues para tu información, estamos en lo más profundo de la tierra, lejos de lo que llamas familia y amigos. Así que serás mi Adán por las buenas… ¡o por las malas!
El joven trató de huir, pero los androides lo atraparon y trataron de meterle en una especie de cápsula gigante. Ya dentro, le pusieron un casco y le ataron las muñecas para que no pudiese escapar.
- ¿P… pero qué es esto?- dijo el joven, que no podía ver nada.
- Te llevaré a un mundo virtual, en donde nos refugiaremos de la gran destrucción- explicó la mujer- los robots y los androides destruirán este mundo podrido, lo habitarán y se abrirá la verdadera era cibernética, donde la raza humana se acabará. Perdona por mentirte en algunas partes de mi historia, pero quería conmoverte de alguna manera.
Antes de que el joven dijese algo más, sintió como que era succionado a travéz de un largo tubo. Unas imágenes aparecieron en su mente, los recuerdos más olvidados de su infancia y adolescencia.
Hasta que, de pronto, se despertó y se encontró en su pieza.
- Esto fue… ¿un sueño?- murmuró el joven, sin poder creerlo.
Observó su pieza y, en efecto, llegó a la conclusión de que todo lo que vivió aquel día fue un sueño.
- Hola mamá, rendiré el examen de ingreso- dijo el muchacho a su mamá, cuando la vio en la cocina haciendo el desayuno.
- La mamá le sonrió y le dijo:
- Espero que logres entrar a la facultad.
El muchacho, luego de reflexionar, dijo:
- tuve un sueño muy extraño. Soñé que me secuestraban y que el mundo se iba a destruir.
- ¿Pero qué dices mi hijo?- dijo la madre, despreocupada- el mundo no se va a destruir. Al contrario, ya se destruyó desde que tu alma llegó a este mundo virtual…
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