Bueno, sé que muchos escritores hicieron varios mandamientos. Pues los estuve leyendo, analizando, y al final yo misma decidí hacer los diez mandamientos que corresponden a los escritores precoces (escritores que encontraron su vocación desde muy pequeños, y nunca más pararon de escribir).
A continuación, diré los diez mandamientos con sus significados.
Amarás tus escritos por sobre todas las cosas.
Deben recordar que todo lo que escriben es parte de ustedes mismos, de lo que son en su mundo interior. Si odian lo que escribieron, se odiarán a sí mismo y a los demás. Un buen escritor ama sus escritos, sabe la psicología de sus personajes y también puede ponerse en el lugar de uno.
No negarán su vocación de escritor o escritora precoz
Este mandamiento es muy importante, porque hay personas que niegan ser escritores precoces por temor a las burlas y sarcasmos de los demás. Pero si de verdad aman lo que hacen, no hay que negarse y demostrarles a todos de lo que uno es capaz. Al final, se sorprenden por lo que un escritor precoz escribe y por la imaginación que la mayoría de estos escritores tienen.
Se dedicarán en mente y alma en el escrito que más les gusta.
Si tienen un escrito que hacen y que les encanta luego, es importante dedicarse cuerpo y alma para continuarlo y terminarlo. Hay que ponerle el final que más impresionará a los lectores, atraparles desde el comienzo y dejarlos intrigados hasta el final. Solo así lograrán que esa historiar, poema, cuento, novela o lo que sea tenga mucho éxito en el mundo de la lectura.
No dejarás a tus personajes en el olvido.
Los personajes, aunque no lo parezca, son parte de la personalidad de quien lo creó. Por más que sea un personaje malo, o un personaje que represente lo opuesto a como es el escritor, en alguna parte de sus características se parece mucho al escritor, aunque de manera muy disfrazada. Es por eso que, por más que no aparezcan en ninguna historia, no hay que olvidarlos. Pueden ser que sus papeles sean fundamentales en una historia que aún no inventaron. Quien sabe, el destino puede reservarles algo a esos personajes que siempre conservan en sus memorias.
Honrarás a tus escritores predilectos.
Cada escritor precoz tiene uno o varios escritores favoritos, que les gusta sus historias, en donde se inspiran para una idea o que les gusta el mundo que muestran. La forma de honrarlos es leer todos los escritos que hicieron (sus cuentos, novelas o poemas) y saber el porqué les gusta. No hay que copiar las historias que hacen, porque eso sería plagio y así no podrás honrarlos.
Buscarás consejos de literatos, profesores o escritores.
No solo hay que buscar personas de cualquier clase para que opinen de tus historias. Necesitas de alguien que sepa de literatura y te de algún consejo válido para que sigas con tu sueño. Pueden ser profesores de literatura o escritores, que te darán consejo, te corregirán tus escritos y te dirán si realmente tienes pasta de escritor o escritora. Si te dan una negativa con respecto a tu sueño, no te achiques ni retrocedas en tu camino. Debes continuar, buscar nuevas ideas y otras personas que te ayuden, te guíen y te aconsejen. Siempre funciona.
No copiarás ni robarás otros escritos de otros escritores.
Si de verdad quieres ser escritor, lo que nunca debes olvidar es que debes usar tu propia imaginación, no la imaginación de otro. Muchas personas se esforzaron y siguieron un largo camino en su vocación de escritores para ser lo que son hoy en día. En Internet uno puede postear sus escritos y ser conocido por los que entran en su página. Pero nunca debes copiar lo que tiene y decir que es tu creación, porque es como robar y robar es un crimen. Puedes usarlo para inspiración, pero no para copiarlo.
No serás vanidoso u orgulloso de una manera excesiva.
No porque te digan que tienes mucha imaginación te volverás vanidoso u orgulloso. Siempre hay que aceptar los elogios con humildad, pero tampoco negando lo que estás haciendo. Ese es una clave para que todos quieran leer tus escritos, valorarte por lo que sos y tener también una buena opinión de ti mismo y de los otros y de tus escritos.
Alabarás el día del Libro.
Esta fecha debe de ser importante para ti, por lo que cada día del libro, debes alabar ese día y agradecer al Dios de tu religión o creencia por estar en un mundo donde aún exista la imaginación. Otra forma de alabar este día es recomendar algún libro bueno a tus amigos y familiares, leer el libro que más te gusta o estrenar un libro que dijeron que era súper bueno. También leerás un poco de Shakespeare o Cervantes, que son los grandes escritores de todos los tiempos y averiguarás un poco más sobre tu escritor o escritores preferidos.
Te preocuparás por encontrar una inspiración.
Si te falta inspiración y quieres escribir, siempre busca algún medio para inspirarte. Puedes leer libros, ver películas, salir a pasear, escuchar música, ver fotos, observar la naturaleza… cualquier cosa que hagas y que te sirva de inspiración es muy importante para que sigas con tu sueño de escribir. Un verdadero escritor escribe su mundo, lo que más siente en su corazón. Jamás dejará ese camino, y siempre se preocupará por encontrar alguna inspiración que le haga escribir algo interesante y novedoso. Si escribes por compromiso o por obligación, mejor olvídate de todo esto y dedícate a otra cosa. Escribir debe ser un placer, no una carga. Y debe ser un sueño que hay que tomar en serio y con mucha dedicación, para poder prosperar con tus obras.
^^ Bienvenidos a mi página ^^
Esta página fue creada para mostrar algunos cuentos, reflexiones, poemas y dibujos que hice a lo largo de los años. Si tienen dudas o sugerencias, por favor escribanme a mi mail Solestelar@gmail.com e intentaré responder sus mensajes. Desde ya, gracias por visitar el blog ^^
¿No encontrás lo que querés leer? ¡Busca aquí! ^^
lunes, 28 de mayo de 2007
lunes, 7 de mayo de 2007
La reina y sus damas de compañia
La verdad, este es un dibujo que hice de una reina con sus damas de compañía. Espero que les guste;)
Cuentas a pagar
Se oye el sonido del timbre. Luego, el ruido de varios sobres entrando en un buzón, y más tarde, el que los puso, se va en su bicicleta, silbando una canción de jazz, muy suavecito.
Y como siempre, el dueño del departamento revisa el buzón, y ve las cartas, que son nada más ni nada menos que las cuentas a pagar.
Cuando siempre recibe las cuentas, murmura en voz baja algunas groserías en guaraní, y luego, se mete en la casa, dando un fuerte portazo.
Se sienta en el escritorio, que está iluminado con una pequeña lamparita, y hace las cuentas de los gastos del mes.
Como su escritorio estaba al lado de la ventana, puede ver lo que pasa afuera. Todas las mañanas, pasa una viejita muy encorvada, que a pesar de que apenas camina, cruza la gran avenida, cuya amenaza es ser chocada por un vehículo. Luego, hacia el mediodía, pasa una jovencita, que carga un bebé en brazos. Es muy pobre. Por las tardes, pasa su compañero de trabajo, saludándolo cuando veía su rostro en la ventana, y por las noches, pasa un travesti, que tiene pinta de estar drogado.
Mientras hace las cuentas, recuerda el día en que salió de su casa. Apenas había terminado el colegio, y ya lo echaban, para que se desenvolviera solo en la vida.
El primer trabajo que consiguió fue el de jardinero, pero como no hacía bien el trabajo, fue un repartidor de pizzas.
Se quedó con ese trabajo, y vivió en un departamento alquilado. Lo malo era que con el dinero que ganaba, no le alcanzaba para pagar el alquiler, y las cuentas que tenía eran muy elevadas.
Ahora, tiene otro empleo, que es el de limpiador de un edificio. Con los dos oficios que posee ahora, el dinero le alcanza justo para pagar todas las cuentas, y siempre que aparecía él, con su bicicleta y su silbar, maldecía en voz baja, ya que las cuentas siempre eran altas.
Cuando terminó de hacer los cálculos, y de contar el dinero que tiene, agarró dos panes y un jamón, haciéndose un mixto caliente.
Se sienta en el sofá, y mientras come su miserable cena, envidia al cartero, a la anciana, a la madre pobre, a su compañero de trabajo, y al travesti. Desde la ventana, se los veía muy felices, a pesar de la miserable vida que lleva cada uno.
Y no para de maldecir la vida que lleva, hasta que se acostó a dormir. Hace mucho que sus padres no escriben, ni llaman. Sus amigos ni se acuerdan de él, y sus hermanos están muy ocupados con sus asuntos.
Y ahí está, dormitando, pensando en sus padres, que habían esperado más de su hijo, que entrara en la universidad, y fuese un profesional, que tuviese una familia, y viviera en un lugar decente.
Todo eso esperó su familia de él, y mientras el sueño lo agarra por completo, piensa en la desilusión que ellos se llevaron, al enterarse de la vida que lleva. Tal vez, por eso, quizás ellos ya no le escriben.
Pareciera que no les importa lo que le pase.
Y con todos esos pensamientos, duerme profundamente, esperando que la vida le diera más de lo que le puede dar.
Y como siempre, el dueño del departamento revisa el buzón, y ve las cartas, que son nada más ni nada menos que las cuentas a pagar.
Cuando siempre recibe las cuentas, murmura en voz baja algunas groserías en guaraní, y luego, se mete en la casa, dando un fuerte portazo.
Se sienta en el escritorio, que está iluminado con una pequeña lamparita, y hace las cuentas de los gastos del mes.
Como su escritorio estaba al lado de la ventana, puede ver lo que pasa afuera. Todas las mañanas, pasa una viejita muy encorvada, que a pesar de que apenas camina, cruza la gran avenida, cuya amenaza es ser chocada por un vehículo. Luego, hacia el mediodía, pasa una jovencita, que carga un bebé en brazos. Es muy pobre. Por las tardes, pasa su compañero de trabajo, saludándolo cuando veía su rostro en la ventana, y por las noches, pasa un travesti, que tiene pinta de estar drogado.
Mientras hace las cuentas, recuerda el día en que salió de su casa. Apenas había terminado el colegio, y ya lo echaban, para que se desenvolviera solo en la vida.
El primer trabajo que consiguió fue el de jardinero, pero como no hacía bien el trabajo, fue un repartidor de pizzas.
Se quedó con ese trabajo, y vivió en un departamento alquilado. Lo malo era que con el dinero que ganaba, no le alcanzaba para pagar el alquiler, y las cuentas que tenía eran muy elevadas.
Ahora, tiene otro empleo, que es el de limpiador de un edificio. Con los dos oficios que posee ahora, el dinero le alcanza justo para pagar todas las cuentas, y siempre que aparecía él, con su bicicleta y su silbar, maldecía en voz baja, ya que las cuentas siempre eran altas.
Cuando terminó de hacer los cálculos, y de contar el dinero que tiene, agarró dos panes y un jamón, haciéndose un mixto caliente.
Se sienta en el sofá, y mientras come su miserable cena, envidia al cartero, a la anciana, a la madre pobre, a su compañero de trabajo, y al travesti. Desde la ventana, se los veía muy felices, a pesar de la miserable vida que lleva cada uno.
Y no para de maldecir la vida que lleva, hasta que se acostó a dormir. Hace mucho que sus padres no escriben, ni llaman. Sus amigos ni se acuerdan de él, y sus hermanos están muy ocupados con sus asuntos.
Y ahí está, dormitando, pensando en sus padres, que habían esperado más de su hijo, que entrara en la universidad, y fuese un profesional, que tuviese una familia, y viviera en un lugar decente.
Todo eso esperó su familia de él, y mientras el sueño lo agarra por completo, piensa en la desilusión que ellos se llevaron, al enterarse de la vida que lleva. Tal vez, por eso, quizás ellos ya no le escriben.
Pareciera que no les importa lo que le pase.
Y con todos esos pensamientos, duerme profundamente, esperando que la vida le diera más de lo que le puede dar.
jueves, 3 de mayo de 2007
Invasión virtual
Esta historia me contaron una vez, cuando tuve mi primera computadora. Fue un amigo, el que me contó su historia. Se llama Ernesto. Claro que al principio no le creí, pero cuando me mostró las pruebas que tenía, me quedé tan sorprendida que hasta empecé a temer hasta mi propia computadora.
Fue una mañana de 23 de Diciembre. Él quería mandarle una tarjeta de Navidad a su novia, que vivía con su abuela en Humaitá. claro que si no le escribía, ella se enojaría mucho, y me lo dijo en su mensaje de celular. Mientras él buscaba en algún sitio de Internet una tarjeta virtual, me mensajeaba, y yo le respondía cosas como que debía elegir la tarjeta más bonita, que no le mande cualquier cosa, y que se asegure de que no tuviera virus.
De repente, dejó de mensajearme, y como pensé que se le había acabado el saldo, entonces dejé de mandarles los mensajes, e hice otra cosa. Pero en realidad, no era por el saldo, sino por otra cosa aún peor.
Ernesto había elegido la tarjeta virtual, y era uno en que dos parejas se besaban, vestidos de Santa Claus. Arriba decía con letras que brillaban “Feliz Navidad y año nuevo”. Cuando hizo clic en el botón “Enviar”, pasó algo que no pudo explicar.
La pareja de la tarjeta salió de la computadora, como si fuera que salieran de una ventana porque no hay puerta. Él soltó un grito de sorpresa, ya que eso jamás le pasó.
- ¿Qué está pasando aquí?- dijo Ernesto, muy sorprendido.
- Venimos del mundo virtual- dijo la chica.
- ¿Y porqué salieron de ahí?
- Porque queríamos conocer cómo es el mundo real- dijo el chico.
Y de repente, salieron también un montón de personajes que estaban en sus video juegos de la computadora, algunos íconos, y notó que hasta en su celular salían un montón de personajitos y objetos. Él soltó el celular, y se paró de su asiento, muy impresionado por lo que pasaba.
- queremos invadir el mundo real- dijo un pajarito que salió de su celular.
- Ahora seremos nosotros el que los manejemos- dijo Lara Croft, que salió de su video juego- ya estoy harta de ser manejada por un humano.
- ¡Pero así debe ser!- dijo Ernesto- ustedes son creaciones nuestras. Si no fuese por nosotros, ustedes no existirían.
Pero entonces, un hombre musculoso lo agarró por los hombros, diciéndole que lo meterían en el mundo virtual, para ver qué se siente estar ahí.
En eso, oyó que alguien llamaba por su celular. Entonces, Mario BROS lo agarró, y lo atendió. Imitó a la perfección su voz.
En realidad, creo que era yo la que lo llamaba. Por supuesto, le pregunté si se le acabó su saldo, pero el falso Ernesto me dijo que sí, y que ahora estaba muy ocupado para hablar.
Cuando Mario BROS cortó el celular, miró a Ernesto y dijo:
- ¿En donde lo metemos? ¿En la computadora? ¿O prefieres los videojuegos?
- ¿Por qué no vuelven a sus lugares de origen?- les dijo Ernesto, mientras trataba de zafarse del hombre musculoso- son ustedes los que pertenecen ahí.
- Queremos ser libres- dijeron todos al mismo tiempo.
- ¡Libertad! ¡Libertad!- gritaron los más pequeños.
- Es hora de enviarte a otro lugar- le dijo Lara Croft, mientras lo apuntaba con su pistola.
Ernesto gritó. Eso era una pesadilla. En cualquier momento despertaría y todos esos personajes virtuales volverían a su mundo virtual.
Entonces, se le ocurrió una idea, que le pareció tan lógico que se preguntó el porqué no se le había ocurrido antes.
- ahora les entiendo. Ustedes creen que solo en el mundo virtual son esclavos. Pero eso no es cierto. En el mundo real también se sufre. Además, cuando alguien se muere, ya no resucita. En el mundo virtual, uno puede morirse todas las veces que quiera, total, siempre vuelve otra vez. Acá tampoco somos libres. Hay gente pobre, que no tiene nada para comer. Sufrirán más en el mundo real si viven esta clase de vida. Por favor, entiéndalo.
Todos los virtuales empezaron a reflexionar sus palabras. Es cierto, siendo que vivían en el mundo virtual, donde uno puede resucitar cuando se le de la gana, en el mundo real no les pasaría la misma cosa. al fin y al cabo... ¿para qué cambiarse de mundo? Se imaginaron la gran cantidad de niños que no podrían alegrarse más por no jugar videojuegos. También se imaginaron a millones de personas que no puedan enviar tarjetas virtuales a sus seres queridos, que no puedan más enviar emails, ni tampoco poder mensajear en el celular.
- ¡Nos quiere confundir!- dijo uno de sus personajes de algún videojuego que tenía- solo quiere volvernos a convertirnos en esclavos. Pero no lo permitiremos, ¿Verdad?
- Si, no lo permitiremos- gritaron algunos.
Por alguna razón, el hombre musculoso que sostenía a Ernesto, lo soltó. Dijo que es mejor volver al mundo virtual, porque sabía que la realidad era horrible, y que sería mejor ser manejados por los del mundo real que vivir en el mundo real.
Todos los personajes virtuales se dividieron entre los que querían volver y los que querían quedarse. Hubo una gran discusión.
Ernesto, entonces, mostró a todos unas fotos que tenía sobre las guerras mundiales, la gente pobre de Latinoamérica, la gente que vive en la miseria, y la gente de África. Esta vez, todos decidieron volver al mundo virtual, al ver qué dura era la realidad.
Poco a poco, todos volvieron al celular, a los videojuegos y a la computadora. Ernesto vio la pantalla, y se alegró de que apareciera estas palabras: “La tarjeta ha sido enviada”
Bueno, esa es la historia. Cuando me la contó a mi, empecé a temblar, con solo ver mi computadora. Así que él me tranquilizó, diciéndome que esos seres virtuales entendieron lo que pasa en el mundo, así que nunca más se les ocurriría salir de donde están.
Al menos que pase el tiempo y... quieran intentarlo de nuevo.
Fue una mañana de 23 de Diciembre. Él quería mandarle una tarjeta de Navidad a su novia, que vivía con su abuela en Humaitá. claro que si no le escribía, ella se enojaría mucho, y me lo dijo en su mensaje de celular. Mientras él buscaba en algún sitio de Internet una tarjeta virtual, me mensajeaba, y yo le respondía cosas como que debía elegir la tarjeta más bonita, que no le mande cualquier cosa, y que se asegure de que no tuviera virus.
De repente, dejó de mensajearme, y como pensé que se le había acabado el saldo, entonces dejé de mandarles los mensajes, e hice otra cosa. Pero en realidad, no era por el saldo, sino por otra cosa aún peor.
Ernesto había elegido la tarjeta virtual, y era uno en que dos parejas se besaban, vestidos de Santa Claus. Arriba decía con letras que brillaban “Feliz Navidad y año nuevo”. Cuando hizo clic en el botón “Enviar”, pasó algo que no pudo explicar.
La pareja de la tarjeta salió de la computadora, como si fuera que salieran de una ventana porque no hay puerta. Él soltó un grito de sorpresa, ya que eso jamás le pasó.
- ¿Qué está pasando aquí?- dijo Ernesto, muy sorprendido.
- Venimos del mundo virtual- dijo la chica.
- ¿Y porqué salieron de ahí?
- Porque queríamos conocer cómo es el mundo real- dijo el chico.
Y de repente, salieron también un montón de personajes que estaban en sus video juegos de la computadora, algunos íconos, y notó que hasta en su celular salían un montón de personajitos y objetos. Él soltó el celular, y se paró de su asiento, muy impresionado por lo que pasaba.
- queremos invadir el mundo real- dijo un pajarito que salió de su celular.
- Ahora seremos nosotros el que los manejemos- dijo Lara Croft, que salió de su video juego- ya estoy harta de ser manejada por un humano.
- ¡Pero así debe ser!- dijo Ernesto- ustedes son creaciones nuestras. Si no fuese por nosotros, ustedes no existirían.
Pero entonces, un hombre musculoso lo agarró por los hombros, diciéndole que lo meterían en el mundo virtual, para ver qué se siente estar ahí.
En eso, oyó que alguien llamaba por su celular. Entonces, Mario BROS lo agarró, y lo atendió. Imitó a la perfección su voz.
En realidad, creo que era yo la que lo llamaba. Por supuesto, le pregunté si se le acabó su saldo, pero el falso Ernesto me dijo que sí, y que ahora estaba muy ocupado para hablar.
Cuando Mario BROS cortó el celular, miró a Ernesto y dijo:
- ¿En donde lo metemos? ¿En la computadora? ¿O prefieres los videojuegos?
- ¿Por qué no vuelven a sus lugares de origen?- les dijo Ernesto, mientras trataba de zafarse del hombre musculoso- son ustedes los que pertenecen ahí.
- Queremos ser libres- dijeron todos al mismo tiempo.
- ¡Libertad! ¡Libertad!- gritaron los más pequeños.
- Es hora de enviarte a otro lugar- le dijo Lara Croft, mientras lo apuntaba con su pistola.
Ernesto gritó. Eso era una pesadilla. En cualquier momento despertaría y todos esos personajes virtuales volverían a su mundo virtual.
Entonces, se le ocurrió una idea, que le pareció tan lógico que se preguntó el porqué no se le había ocurrido antes.
- ahora les entiendo. Ustedes creen que solo en el mundo virtual son esclavos. Pero eso no es cierto. En el mundo real también se sufre. Además, cuando alguien se muere, ya no resucita. En el mundo virtual, uno puede morirse todas las veces que quiera, total, siempre vuelve otra vez. Acá tampoco somos libres. Hay gente pobre, que no tiene nada para comer. Sufrirán más en el mundo real si viven esta clase de vida. Por favor, entiéndalo.
Todos los virtuales empezaron a reflexionar sus palabras. Es cierto, siendo que vivían en el mundo virtual, donde uno puede resucitar cuando se le de la gana, en el mundo real no les pasaría la misma cosa. al fin y al cabo... ¿para qué cambiarse de mundo? Se imaginaron la gran cantidad de niños que no podrían alegrarse más por no jugar videojuegos. También se imaginaron a millones de personas que no puedan enviar tarjetas virtuales a sus seres queridos, que no puedan más enviar emails, ni tampoco poder mensajear en el celular.
- ¡Nos quiere confundir!- dijo uno de sus personajes de algún videojuego que tenía- solo quiere volvernos a convertirnos en esclavos. Pero no lo permitiremos, ¿Verdad?
- Si, no lo permitiremos- gritaron algunos.
Por alguna razón, el hombre musculoso que sostenía a Ernesto, lo soltó. Dijo que es mejor volver al mundo virtual, porque sabía que la realidad era horrible, y que sería mejor ser manejados por los del mundo real que vivir en el mundo real.
Todos los personajes virtuales se dividieron entre los que querían volver y los que querían quedarse. Hubo una gran discusión.
Ernesto, entonces, mostró a todos unas fotos que tenía sobre las guerras mundiales, la gente pobre de Latinoamérica, la gente que vive en la miseria, y la gente de África. Esta vez, todos decidieron volver al mundo virtual, al ver qué dura era la realidad.
Poco a poco, todos volvieron al celular, a los videojuegos y a la computadora. Ernesto vio la pantalla, y se alegró de que apareciera estas palabras: “La tarjeta ha sido enviada”
Bueno, esa es la historia. Cuando me la contó a mi, empecé a temblar, con solo ver mi computadora. Así que él me tranquilizó, diciéndome que esos seres virtuales entendieron lo que pasa en el mundo, así que nunca más se les ocurriría salir de donde están.
Al menos que pase el tiempo y... quieran intentarlo de nuevo.
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