Primera parte
En solo un instante, como si fuera prender o apagar la luz, varias personas desaparecieron como si fuesen tragadas por la tierra. Nadie sabía qué es lo que pasaba, pero estaban tan desesperados que rogaron a Dios para no desaparecer.
Pero aún así, las desapariciones ocurrieron en solo un instante. No solo las personas desaparecieron, sino también las ideas, los recuerdos de momentos vividos, momentos inolvidables, momentos que valían recordar para toda la vida... en fin, desaparecía hasta lo que estaba a punto de nacer.
Un día, todos vieron en el cielo un agujero negro. Nadie sabía qué significa eso, pero ahí vieron otro mundo, otra vida. Todos se dieron cuenta de que ese mundo, de edificios altos, polución y guerras, era el mundo de donde salían las ideas, los pensamientos y todo lo que un ser humano puede crear con la imaginación. Los habitantes cayeron en la cuenta de que la cantidad de personas que creaban con la mente una historia, o la vida de una persona que no existe desaparecían poco a poco. Ya a nadie se le ocurría una buena idea, por lo que su mundo desaparecía poco a poco.
Ya nadie sabía qué hacer. Ellos solo existían gracias a la imaginación de los humanos. Por alguna razón, de eso vivían: de la creación, del recuerdo... si alguien de la Tierra olvidaba una historia, entonces era como si nunca hubiese ocurrido.
Ya cuando creían que todo estaba perdido, apareció alguien. No sabían quién era, o cómo llegó ahí, pero ese alguien tenía en sus manos la solución para evitar el fin del mundo de la imaginación.
Ese alguien era pequeño, tan pequeño que parecía un bebé de un año. Sus cabellos eran tan largos que los pisoteaba al caminar. A simple vista, parecía ser alguien ridículo, que transcurrió de una persona que ya no le quedaba tanta imaginación. Pero aún así, todos los habitantes de ese mundo sabían que traía la solución.
Algunos hombres lo llevaron hasta una escalera, donde podría trepar y decir lo que tenía que decir, para que todos lo vieran. Cuando ya estaba en las escaleras, empezó a hablar. Todos se callaron, porque cada palabra que decía significaba el regreso de nuevas ideas, el renacimiento de aquellos recuerdos o personas olvidadas y de aquellos lugares del que nadie más hablaba.
Ese alguien, entonces, dijo que la mejor manera de seguir viviendo era............................................................................
Segunda parte
El lápiz cayó de sus manos. Cayó lentamente, hasta llegar al suelo.
Solo tuvo un pequeño temblor de las manos. No sabía el porque le pasó eso, pero le daba la impresión de que tenía que hacer algo para evitar un desastre.
Salió de la habitación en donde estaba escribiendo, y dejó en el escritorio el cuaderno abierto justo en la parte en donde escribió estas palabras: “Solo una gran cadena podría evitar el desastre que se producirá en el futuro”
El lápiz aún estaba en el suelo, con la punta rota por la mitad. Sentía que sería abandonado por su dueño, ya que por haber caído al suelo, su mina estaría completamente rota, y cada vez que le sacaran la punta, ésta se rompería una y otra vez.
El escritor solo salió de la pieza para tomar un descanso. Sentía que cada vez perdía la imaginación, por lo que nunca prosperaba en su oficio. Empezó a temblar con la sola idea de que tendría que dejar ese trabajo, para dedicarse a otra cosa. Nunca quiso eso, porque lo único que le hacía feliz era escribir, narrar sus historias, inventar nuevos personajes de nuevos países, hasta inventar universos que, para muchos, no existen.
Si perdía por completo la imaginación, sería su fin. Podía ver cómo agonizaba, sin saber qué sería de su espíritu creativo, sin saber a dónde iría a parar. Con todos esos temores, decidió leer libros, visitar lugares que nunca visitó, conocer personas y aprender de sí mismo. Solo así podría tener esperanzas de recuperar su imaginación, para crear nuevas historias y volver a nacer.
En ese momento de tanta inquietud, se le acercó alguien. Lo conocía, porque él mismo lo creó, en una de sus primeras historias cuando recién comenzaba con su oficio de escritor.
Se acercó a él, le susurró algo al oído, y sintió cómo sus brazos empezaron a temblar. Lo único que le dijo ese personaje fue: “Tienes la llave para evitar la destrucción de los mundos imaginarios. Tus manos mágicas pueden hacer milagros. Utilízalos, y crea una solución al problema”
De repente, se sintió otra persona, otro ser. Esas palabras le abrieron la mente a nuevas posibilidades de la vida. Sintió que tenía el destino de evitar varias destrucciones de otros mundos, otras civilizaciones. Con todas esas ideas, se metió de nuevo a su escritorio.
En lo primero en que se fijó fue en el lápiz que se le cayó al suelo. Tuvo la impresión de que con ese lápiz, por más simple que parezca, tenía la magia de hacer que todo lo imposible fuese posible. Era como su varita mágica, que esperaba ser utilizada para crear nuevas historias.
El escritor alzó el lápiz del suelo, y sintió cómo su magia llegaba directamente hacia sus manos. Se sentó en la silla, y empezó a escribir la solución del problema para evitar la destrucción de los mundos mágicos.
Lo que escribió a continuación era…………………………………………
Tercera parte
Los mundos están cambiando drásticamente. El mundo real, o sea, la Tierra, se estuvo volviendo más corrupta y llena de perversidades humanas. El mundo imaginario estaba desapareciendo cada día más, y todo por quedar en el olvido.
El olvido era peor que le podía pasar a alguien. Cuando uno olvida, pueden ocurrir muchos desastres, y así su propia vida sería un desastre.
Por eso, todas las personas del mundo que estaban desapareciendo, se unieron en un solo personaje, que entró en la mente de todos los escritores, dibujantes… todos aquellos que con sus artes pueden crear mundos y personas que no existen. Ese personaje les advertiría sobre lo que les está pasando, y que debían inventar una solución al problema.
Cada escritor inventaría algo, y lo transmitiría a todo el mundo. Luego, cada persona se daría cuenta de la situación en que se encuentran sus mundos, y trataría de no olvidar, para no destruirlos.
Para muchos, era injusto que los propios creadores olvidaran lo que crearon, y que los que se “pasean por sus mundos” también olviden los fantásticos viajes y sueños que realizaron en la imaginación. Era injusto, porque ni Dios olvida sus creaciones, se preocupa por lo que nos está pasando, creando más y más todo lo que está en el universo.
Por eso, es importante recordar, si no queremos que la destrucción de los mundos sea una realidad. Para eso, la solución a este grave problema es…. Recordar, crear y recrear.
Cuarta parte
Ya casi se acerca el final. Pero todos están concientes del grave peligro en que todos se encuentran. Ambos mundos, el que creamos y en donde vivimos, están desapareciendo por causa del olvido y la maldad.
Por eso, todos los escritores, pintores, escultores… todos los que se dedican a crear con sus artes, fueron advertidos hacia tiempo para que impidieran que los mundos fuesen olvidados.
Así que se crearon las redes de historias, en donde cada uno continua una historia como se le de la gana, luego se la da a otra persona para que continué, y así sucesivamente hasta que la historia sea larga y llegue a la gran cantidad de personas posibles. Pero aún así, falta mucho por hacer y mucho por crear.
Esta historia no termina, pero este relato sí. Llegará el día en que otros sigan la historia, para que los mundos no se olviden, no desaparezcan y no terminen nunca. La vida es hermosa el que se lo propone y como lo viva, y gracias a sus buenos recuerdos, no se pierde en las tinieblas del olvido. No olviden que no deben olvidar ser creativos, imaginativos y recreativos, sean quienes sean. Así que les pido que tengan buena memoria y sean buenas personas, para evitar que se acerque cada día más el fin del mundo.
^^ Bienvenidos a mi página ^^
Esta página fue creada para mostrar algunos cuentos, reflexiones, poemas y dibujos que hice a lo largo de los años. Si tienen dudas o sugerencias, por favor escribanme a mi mail Solestelar@gmail.com e intentaré responder sus mensajes. Desde ya, gracias por visitar el blog ^^
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viernes, 26 de octubre de 2007
martes, 23 de octubre de 2007
Control total y surf fotográfico.
Todos se estaban preparando para unas vacaciones en la playa. Era un lugar que tenía la arena blanca y fina, y había muchos cocoteros, y donde el sol se hundía en el mar por las tardes.
Ya estaban listos para partir los 4 chicos: Sara, Valeria, Oscar y Carlos. Serían unas vacaciones inolvidables.
Cuando ya lo tenían todo planeado, y cuando llegó el gran día, apareció un nuevo chico en el barrio.
- ¿Quién será ese niño?- se preguntó con mucho interés Valeria.
- Tal vez un nuevo en el barrio. Lo conoceremos después de las vacaciones- dijo Carlos.
Así que no hicieron más preguntas, y s prepararon para meterse en el auto, e ir rumbo a la playa.
Cuando llegaron ahí, pusieron todas sus cosas para estar ahí. Luego, los chicos se metieron en el agua, y empezaron a nadar.
De repente, Sara gritó: le agarró un calambre en el pie, y empezó a ahogarse. Para colmo, una ola apareció, con la amenaza de hundirla en el fondo del mar.
Entonces, pasó por ahí un surfista, la agarró y salieron del agua. sara se desmayó, y sus amigos se fueron a ver cómo estaba.
Y ahí reconocieron al surfista: era el mismo que apareció en el barrio.
- me llamo Rubén- dijo ese niño.
- Creí que estabas en el barrio. Te vimos ahí- dijo Oscar.
- Eso no importa. Lo importante es despertarla.
Por suerte, Sara se levantó, y luego de enterarse de lo que ocurrió, agradeció a Rubén por salvarla.
- Bonita tabla- le dijo Valeria, indicando la tabla celeste que Rubén sostenía en la mano.
- Es de mi papá. ¿Sabías que él ganó varios concursos de surf? ¡hasta es campeón internacional!- dijo Rubén.
- ¡Qué bueno!- dijo Sara.
Y mientras las chicas y Rubén conversaban, Oscar y Carlos los miraba, un poco celosos.
- no entiendo. ¡Es solo un chico, como nosotros!- dijo Oscar.
- la verdad, nunca entiendo a las mujeres, son muy raras- dijo Carlos.
- bueno, no estamos celosos. Solo somos amigos.
- si, tienes razón. Tienen la libertad de salir con quien quiera
aún así, en sus mentes, sabían que ese chico era solo un niño bonito que no tenía la inteligencia suficiente para sumar 1 más 1. se nota que no están celosos, ¿no?
Bueno, cuando volvieron a la ciudad, Rubén nunca más apareció, y todo volvió a la normalidad. Sin embargo, unos meses después, en el colegio, volvió a aparecer Rubén, y por alguna razón, la mayoría de las chicas se enamoraron de él.
- es difícil entender a las mujeres- dijo Carlos, al ver a un grupo de chicas cuchicheando sobre Rubén.
- Tienes razón- dijo Oscar- respira, se enloquecen. Dice algo, y gritan como locas. ¿Qué tiene él que no tengamos nosotros?
Un día, muchas chicas habian desaparecido, en especial, las que estaban muy enloquecidas por Rubén. Oscar, Carlos y Valeria (Sara desapareció) al ver lo que pasaba, decidieron espiar a Rubén.
- ¿Saben? Yo nunca me enamoré de él- les dijo Valeria a los chicos.
- ¿Y qué pasó en la playa?- dijo Oscar.
- Bueno, solo lo miraba porque era lindo, pero creanme, no es el de mi tipo.
- No importa- dijo Carlos- hay que averiguar este problema. Sospecho que Rubén no es lo que aparenta.
- El secuestró a las chicas, estoy seguro- dijo Oscar.
- Debemos espiarlo- dijo Valeria- este es el plan…
Al día siguiente, Rubén se paseó por el colegio, y Valeria apareció frente a él, con cara de muy enamorada.
- hola, Rubén. ¿te acuerdas de mi?- dijo Valeria.
- Sí, me acuerdo de ti.
- ¿Sabes? Quisiera que me contaras de nuevo la gran hazaña que hiciste en la playa, el año pasado.
- Bueno, pero tendremos que caminar largo tiempo, ya que es largo lo que voy a contar.
Así que, Valeria activó una filmadora que tenía en su bolso, y siguió caminando con Rubén. Lo que haría era filmar todos los lugares en donde iría, mientras que Oscar y Carlos verían todo en una tele.
Empezaron a subir pisos, hasta llegar a la terraza. Entonces, ella dijo una palabra clave, y así, Oscar y Carlos corrieron hasta la terraza.
- bien- dijo Rubén- ya llegamos hasta aquí. Ahora, es momento de sacarte una foto.
- ¿sacarme una foto?- se preguntó Valeria.
- Sí- dijo, y sacó una pequeña cámara- juro que te sentirás como otra persona.
Entonces, Valeria lo comprendió todo: Rubén utilizaba la cámara para hipnotizar a las chicas, y así, ellas desaparecían.
Por suerte, llegaron a tiempo los chicos, y le dieron una gran paliza a Rubén. Valeria agarró la cámara y la rompió.
Rubén fue llevado a la policía, y poco a poco, aparecieron todas las chicas que habían desaparecido. Todas tuvieron la misma historia que Valeria, solo que les tomaron las fotos, y sintieron que eran marionetas, manejadas por una sola persona.
- al final, nunca supimos el porqué hizo eso- dijo Oscar.
- Creo que odiaba a las mujeres, o algo así- dijo Valeria.
- Pero esta vez, tendré más cuidado- dijo Sara- la próxima vez que aparezca otro Rubén, no caeré en la trampa tan fácilmente.
Todos se rieron, y se sentaron en una mesa a comer, mientras que Sara decía:
- la verdad, sus conversaciones de surfistas eran muy aburridas.
Ya estaban listos para partir los 4 chicos: Sara, Valeria, Oscar y Carlos. Serían unas vacaciones inolvidables.
Cuando ya lo tenían todo planeado, y cuando llegó el gran día, apareció un nuevo chico en el barrio.
- ¿Quién será ese niño?- se preguntó con mucho interés Valeria.
- Tal vez un nuevo en el barrio. Lo conoceremos después de las vacaciones- dijo Carlos.
Así que no hicieron más preguntas, y s prepararon para meterse en el auto, e ir rumbo a la playa.
Cuando llegaron ahí, pusieron todas sus cosas para estar ahí. Luego, los chicos se metieron en el agua, y empezaron a nadar.
De repente, Sara gritó: le agarró un calambre en el pie, y empezó a ahogarse. Para colmo, una ola apareció, con la amenaza de hundirla en el fondo del mar.
Entonces, pasó por ahí un surfista, la agarró y salieron del agua. sara se desmayó, y sus amigos se fueron a ver cómo estaba.
Y ahí reconocieron al surfista: era el mismo que apareció en el barrio.
- me llamo Rubén- dijo ese niño.
- Creí que estabas en el barrio. Te vimos ahí- dijo Oscar.
- Eso no importa. Lo importante es despertarla.
Por suerte, Sara se levantó, y luego de enterarse de lo que ocurrió, agradeció a Rubén por salvarla.
- Bonita tabla- le dijo Valeria, indicando la tabla celeste que Rubén sostenía en la mano.
- Es de mi papá. ¿Sabías que él ganó varios concursos de surf? ¡hasta es campeón internacional!- dijo Rubén.
- ¡Qué bueno!- dijo Sara.
Y mientras las chicas y Rubén conversaban, Oscar y Carlos los miraba, un poco celosos.
- no entiendo. ¡Es solo un chico, como nosotros!- dijo Oscar.
- la verdad, nunca entiendo a las mujeres, son muy raras- dijo Carlos.
- bueno, no estamos celosos. Solo somos amigos.
- si, tienes razón. Tienen la libertad de salir con quien quiera
aún así, en sus mentes, sabían que ese chico era solo un niño bonito que no tenía la inteligencia suficiente para sumar 1 más 1. se nota que no están celosos, ¿no?
Bueno, cuando volvieron a la ciudad, Rubén nunca más apareció, y todo volvió a la normalidad. Sin embargo, unos meses después, en el colegio, volvió a aparecer Rubén, y por alguna razón, la mayoría de las chicas se enamoraron de él.
- es difícil entender a las mujeres- dijo Carlos, al ver a un grupo de chicas cuchicheando sobre Rubén.
- Tienes razón- dijo Oscar- respira, se enloquecen. Dice algo, y gritan como locas. ¿Qué tiene él que no tengamos nosotros?
Un día, muchas chicas habian desaparecido, en especial, las que estaban muy enloquecidas por Rubén. Oscar, Carlos y Valeria (Sara desapareció) al ver lo que pasaba, decidieron espiar a Rubén.
- ¿Saben? Yo nunca me enamoré de él- les dijo Valeria a los chicos.
- ¿Y qué pasó en la playa?- dijo Oscar.
- Bueno, solo lo miraba porque era lindo, pero creanme, no es el de mi tipo.
- No importa- dijo Carlos- hay que averiguar este problema. Sospecho que Rubén no es lo que aparenta.
- El secuestró a las chicas, estoy seguro- dijo Oscar.
- Debemos espiarlo- dijo Valeria- este es el plan…
Al día siguiente, Rubén se paseó por el colegio, y Valeria apareció frente a él, con cara de muy enamorada.
- hola, Rubén. ¿te acuerdas de mi?- dijo Valeria.
- Sí, me acuerdo de ti.
- ¿Sabes? Quisiera que me contaras de nuevo la gran hazaña que hiciste en la playa, el año pasado.
- Bueno, pero tendremos que caminar largo tiempo, ya que es largo lo que voy a contar.
Así que, Valeria activó una filmadora que tenía en su bolso, y siguió caminando con Rubén. Lo que haría era filmar todos los lugares en donde iría, mientras que Oscar y Carlos verían todo en una tele.
Empezaron a subir pisos, hasta llegar a la terraza. Entonces, ella dijo una palabra clave, y así, Oscar y Carlos corrieron hasta la terraza.
- bien- dijo Rubén- ya llegamos hasta aquí. Ahora, es momento de sacarte una foto.
- ¿sacarme una foto?- se preguntó Valeria.
- Sí- dijo, y sacó una pequeña cámara- juro que te sentirás como otra persona.
Entonces, Valeria lo comprendió todo: Rubén utilizaba la cámara para hipnotizar a las chicas, y así, ellas desaparecían.
Por suerte, llegaron a tiempo los chicos, y le dieron una gran paliza a Rubén. Valeria agarró la cámara y la rompió.
Rubén fue llevado a la policía, y poco a poco, aparecieron todas las chicas que habían desaparecido. Todas tuvieron la misma historia que Valeria, solo que les tomaron las fotos, y sintieron que eran marionetas, manejadas por una sola persona.
- al final, nunca supimos el porqué hizo eso- dijo Oscar.
- Creo que odiaba a las mujeres, o algo así- dijo Valeria.
- Pero esta vez, tendré más cuidado- dijo Sara- la próxima vez que aparezca otro Rubén, no caeré en la trampa tan fácilmente.
Todos se rieron, y se sentaron en una mesa a comer, mientras que Sara decía:
- la verdad, sus conversaciones de surfistas eran muy aburridas.
jueves, 4 de octubre de 2007
El loco cuerdo
Estaba ahí el joven loco, con una camisa de fuerza y dentro de una pieza hecha de paredes acolchonado. No comprendía la razón por la que se encontraba en ese monstruoso lugar, pero todavía recordaba su vida antes de llegar a ese estado límite de su locura.
Siempre había sido un niño cuyos padres nunca le prestaron la debida atención. Ya en el colegio, los docentes advirtieron una conducta anormal en el niño, como que hablaba solo. No era que pensaba en voz alta, sino que hablaba como si estuviese hablando con alguien. El niño decía que eran unos duendes que vinieron a hacerle compañía, por lo que solo él los veía.
Sus padres, cuando escuchaban esas cosas, lo interpretaban como un juego y no como una locura. Así que dejaban que siguiera “soñando despierto” y no aceptaban otra observación del colegio.
Pasó el tiempo. El niño se convirtió en un joven y todavía seguía hablando con sus duendes. Para no meterse en problemas después con sus profesores y sus padres, pidió a sus duendes que le hablaran cuando estuviesen completamente solos, así no le tildarían de “loco”
Pero a veces, un loco ya no puede fingir su secreto.
Recién sus padres se preocuparon cuando un día, al recibir la nota de los profesores, se enteraron de que el joven gritó en clases, empezó a correr empujando a sus compañeros y se revolcó en el suelo, sin parar de pedir ayuda y de pedir que pararan de molestarlo.
Los padres hablaron con su hijo y, entonces, él les dijo que los duendes no le hicieron caso en su advertencia de que le hablaran cuando estuviesen solos. Más bien, empezaron a recorrer su cabeza y a tironearle de los cabellos, por lo que no pudo aguantar más y se comportó de esa manera.
Después de eso, el joven fue con un psiquiatra que empezó a analizarlo. Le preguntó sobre sus duendes, cuándo los vio y de qué solían hablar. También le preguntó la apariencia física de los duendes. Cuántos eran y cada cuanto los veía. Después lo presionó con preguntas sobre su infancia, si tuvo amigos, y si no los tuvo tal vez creó a sus amigos, que muchos niños solitarios tienen amigos imaginarios, si nunca se enamoró, si sus padres le trataban bien, cómo eran los profesores con él… cosas así.
El joven, con una rabia fuera de lo normal, se abalanzó sobre el doctor para atacarlo. Pero no era porque quería hacerlo daño, sino porque los supuestos duendes estaban por cortarle los pocos cabellos del psiquiatra y estaban por derramarle un balde lleno de agua.
Por suerte, el enfermero que estaba ahí atajó al joven, tratando de inmovilizarlo. El doctor lo inyectó y, al entrar en un profundo sueño, no recordó qué pasó después.
Al despertar, se encontró atado a una camilla. Giró la cabeza a un costado y encontró a sus padres, que parecían apenados por la conducta de su hijo.
La madre se acercó a él, le acarició suavemente la cabeza y le dijo:
- Hijo, hay algo que tienes en la cabeza, que es el cerebro. Por alguna razón, tu cerebro tuvo algunas fallas y empezó a actuar de acuerdo a tu deseo, produciendo así que tú vieras cosas que no existen. Esos duendes son solo producto de tu imaginación. Si aceptas eso, podremos ayudarte en tu problema.
- ¡Pero sí existen!- dijo el joven, rabioso de que ni sus padres lo creyeran- y siempre fueron los únicos que me acompañaron en mi soledad. Ustedes jamás se preocuparon por mí. Ellos sí. Los duendes son parte de mi vida y sería un delito si me obligaran a hacerlos desaparecer. ¡Quiero que ustedes desaparezcan, malditos!
- ¡Ya deja la fantasía a un lado!- le dijo su padre, con una voz dura- si no admites tu locura, te harán el electroshock. Debimos haberte medicado desde el principio, pero cometimos un error. Es humano equivocarse y no nos acuses de nuestros errores o…
- ¿O que? ¿Me castigarán? Eso no cambiara mi opinión con respecto a ustedes y a mis duendes. Ah, por cierto, hay uno que te va a arrojar algo.
En efecto, cerca de la ventana había un duende con dos tizas en cada mano. El duende empezó a arrojar las tizas hacia el incrédulo padre que, un poco extrañado, miró hacia el lugar en donde le habían arrojado el objeto.
- ¿Qué pasa, cariño?- preguntó la madre.
- Alguien me está tirando tizas- dijo el padre, que se asomó por la ventana- de seguro habrá sido un niño travieso.
- No fue un niño, sino un duende- siguió diciendo el joven.
Después de eso, entró el doctor anunciando el fin de la visita.
Los padres prometieron visitarlo para el día siguiente, cuando se hiciera el electroshock para curar su locura.
Y ahí estaba, el joven loco sentado en un rincón de la pieza acolchada, junto con sus duendes que no paraban de acompañarlo en todo momento.
El loco, al ver a los duendes, no pudo evitar sentir un odio hacia ellos.
- ¡Por culpa de ustedes estoy en este estado! ¿Por qué nunca se muestran a los demás? ¿Por qué me hacen ver como a un loco? ¿No era que somos amigos?
- Nos debes un favor- le dijo uno de los duendes- supuestamente estaríamos contigo hasta que terminaras tu infancia, pero tú insististe en que te acompañáramos un poquito más y ahí rompiste el trato.
- Así que nos revelamos y te hicimos todos estos problemas- le contestó el otro duende- pero ya que nos ves así, te dejaremos a tu suerte.
- ¡Esperen! ¡No se vayan! No podré soportar esto y solo- dijo el joven, al ver que los duendes estaban desapareciendo poco a poco.
- Lo sentimos, pero un trato es un trato. Ahora iremos con otro niño más necesitado que tú. Los humanos, al crecer, se vuelven menos interesantes y es difícil de entretenerlos.
Y así, el loco vio cómo poco a poco, los únicos amigos que creyó conocer durante su corta vida, desaparecieron antes de que los médicos lo curaran de su locura con el electroshock.
Siempre había sido un niño cuyos padres nunca le prestaron la debida atención. Ya en el colegio, los docentes advirtieron una conducta anormal en el niño, como que hablaba solo. No era que pensaba en voz alta, sino que hablaba como si estuviese hablando con alguien. El niño decía que eran unos duendes que vinieron a hacerle compañía, por lo que solo él los veía.
Sus padres, cuando escuchaban esas cosas, lo interpretaban como un juego y no como una locura. Así que dejaban que siguiera “soñando despierto” y no aceptaban otra observación del colegio.
Pasó el tiempo. El niño se convirtió en un joven y todavía seguía hablando con sus duendes. Para no meterse en problemas después con sus profesores y sus padres, pidió a sus duendes que le hablaran cuando estuviesen completamente solos, así no le tildarían de “loco”
Pero a veces, un loco ya no puede fingir su secreto.
Recién sus padres se preocuparon cuando un día, al recibir la nota de los profesores, se enteraron de que el joven gritó en clases, empezó a correr empujando a sus compañeros y se revolcó en el suelo, sin parar de pedir ayuda y de pedir que pararan de molestarlo.
Los padres hablaron con su hijo y, entonces, él les dijo que los duendes no le hicieron caso en su advertencia de que le hablaran cuando estuviesen solos. Más bien, empezaron a recorrer su cabeza y a tironearle de los cabellos, por lo que no pudo aguantar más y se comportó de esa manera.
Después de eso, el joven fue con un psiquiatra que empezó a analizarlo. Le preguntó sobre sus duendes, cuándo los vio y de qué solían hablar. También le preguntó la apariencia física de los duendes. Cuántos eran y cada cuanto los veía. Después lo presionó con preguntas sobre su infancia, si tuvo amigos, y si no los tuvo tal vez creó a sus amigos, que muchos niños solitarios tienen amigos imaginarios, si nunca se enamoró, si sus padres le trataban bien, cómo eran los profesores con él… cosas así.
El joven, con una rabia fuera de lo normal, se abalanzó sobre el doctor para atacarlo. Pero no era porque quería hacerlo daño, sino porque los supuestos duendes estaban por cortarle los pocos cabellos del psiquiatra y estaban por derramarle un balde lleno de agua.
Por suerte, el enfermero que estaba ahí atajó al joven, tratando de inmovilizarlo. El doctor lo inyectó y, al entrar en un profundo sueño, no recordó qué pasó después.
Al despertar, se encontró atado a una camilla. Giró la cabeza a un costado y encontró a sus padres, que parecían apenados por la conducta de su hijo.
La madre se acercó a él, le acarició suavemente la cabeza y le dijo:
- Hijo, hay algo que tienes en la cabeza, que es el cerebro. Por alguna razón, tu cerebro tuvo algunas fallas y empezó a actuar de acuerdo a tu deseo, produciendo así que tú vieras cosas que no existen. Esos duendes son solo producto de tu imaginación. Si aceptas eso, podremos ayudarte en tu problema.
- ¡Pero sí existen!- dijo el joven, rabioso de que ni sus padres lo creyeran- y siempre fueron los únicos que me acompañaron en mi soledad. Ustedes jamás se preocuparon por mí. Ellos sí. Los duendes son parte de mi vida y sería un delito si me obligaran a hacerlos desaparecer. ¡Quiero que ustedes desaparezcan, malditos!
- ¡Ya deja la fantasía a un lado!- le dijo su padre, con una voz dura- si no admites tu locura, te harán el electroshock. Debimos haberte medicado desde el principio, pero cometimos un error. Es humano equivocarse y no nos acuses de nuestros errores o…
- ¿O que? ¿Me castigarán? Eso no cambiara mi opinión con respecto a ustedes y a mis duendes. Ah, por cierto, hay uno que te va a arrojar algo.
En efecto, cerca de la ventana había un duende con dos tizas en cada mano. El duende empezó a arrojar las tizas hacia el incrédulo padre que, un poco extrañado, miró hacia el lugar en donde le habían arrojado el objeto.
- ¿Qué pasa, cariño?- preguntó la madre.
- Alguien me está tirando tizas- dijo el padre, que se asomó por la ventana- de seguro habrá sido un niño travieso.
- No fue un niño, sino un duende- siguió diciendo el joven.
Después de eso, entró el doctor anunciando el fin de la visita.
Los padres prometieron visitarlo para el día siguiente, cuando se hiciera el electroshock para curar su locura.
Y ahí estaba, el joven loco sentado en un rincón de la pieza acolchada, junto con sus duendes que no paraban de acompañarlo en todo momento.
El loco, al ver a los duendes, no pudo evitar sentir un odio hacia ellos.
- ¡Por culpa de ustedes estoy en este estado! ¿Por qué nunca se muestran a los demás? ¿Por qué me hacen ver como a un loco? ¿No era que somos amigos?
- Nos debes un favor- le dijo uno de los duendes- supuestamente estaríamos contigo hasta que terminaras tu infancia, pero tú insististe en que te acompañáramos un poquito más y ahí rompiste el trato.
- Así que nos revelamos y te hicimos todos estos problemas- le contestó el otro duende- pero ya que nos ves así, te dejaremos a tu suerte.
- ¡Esperen! ¡No se vayan! No podré soportar esto y solo- dijo el joven, al ver que los duendes estaban desapareciendo poco a poco.
- Lo sentimos, pero un trato es un trato. Ahora iremos con otro niño más necesitado que tú. Los humanos, al crecer, se vuelven menos interesantes y es difícil de entretenerlos.
Y así, el loco vio cómo poco a poco, los únicos amigos que creyó conocer durante su corta vida, desaparecieron antes de que los médicos lo curaran de su locura con el electroshock.
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