
Cada tanto le dejaban comentarios, pero no siempre. La mayoría prefería leer y no decir nada. Con el paso del tiempo, Laura sintió que parte de su vida estaba ahí, esparcida entre esa entretegida red virtual, dando vueltas al mundo y llegando a diferentes personas. De seguro, serían personas con culturas y pensamientos diferentes y no podía imaginarse qué pensarían ellos de ella.
Pasaron los años. Habia temporadas en que escribía mucho y, otras, no tanto. Siguió participando en foros y comunidades. Lo que había comenzado como una afición, de niña, siguió continuando como rutina hasta la juventud. Encontró nuevas páginas, redes sociales y muchas personas que, a pesar de las distancias, tenían mucho que contar.
Al finalizar su adolescencia, Laura quiso saber qué tanto avanzó en internet, si aparecería en el buscador principal. Hizo el experimento poniendo su nick en el buscador. Encontró escritos y fotos suyas, todos de diferentes foros y de diversos años de publicación. Luego, encontró esos escritos y fotos en páginas que jamás había visitado. La gente, poco a poco, seleccionó los escritos y fotos que más les gustaron y lo postearon en sus respectivos blogs o páginas web. Incluso vio que, en una página, usaron sus dibujos para graficar artículos varios, ya sea sobre la belleza, el matrimonio, el amor y vida en otros planetas. Hasta usaron un cuento suyo en una clase virtual, en el ámbito académico de algún país lejano.
Y pensar que, de pequeña, nunca había creído que llegaría a eso. Aunque no la conocieran, en internet formó su propia imagen y, de seguro, muchos empezaron a idealizarla. A ella le pasaba lo mismo cuando visitaba blogs o leía el artículo o cuento de alguien. Al ver aquellas viejas imágenes y aquellos viejos escritos en otros blogs, sintió que su mente misma sufrió una gran extensión. La mente siempre le había parecido algo abstracto y contradictorio, porque puede llegar a ser infinita pero, al final, es contenida en un cuerpo que la limita en muchas cosas. Al plasmar sus escritos e imágenes por internet, también plasmó la extensión de su mente y viajó por el mundo sin darse cuenta. Aún su mente se limitaba en un cuerpo. Con el internet, el cuerpo desaparecía y podía ser lo que quisiera.
Ante esa idea, volvió a ingresar en su blog, trabajó su mente para ver qué escribiría a continuación y, luego, con una sonrisa, empezó a teclear con fuerza y decisión, en la espera de otra extensión mental.
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