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Esta página fue creada para mostrar algunos cuentos, reflexiones, poemas y dibujos que hice a lo largo de los años. Si tienen dudas o sugerencias, por favor escribanme a mi mail Solestelar@gmail.com e intentaré responder sus mensajes. Desde ya, gracias por visitar el blog ^^

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sábado, 28 de abril de 2007

Guerrero con alas

Bueno, la verdad, como no tengo ningún escrito que mostrar por el momento, les presentaré un dibujo que hice. Espero que les guste....

miércoles, 25 de abril de 2007

Alma de viento


Sigue caminando, sigue buscando. A pesar de que le dijeron que murió, sigue buscando.
Si ha muerto, buscará su cuerpo, o su tumba. Si ha sobrevivido, tratará de curarlo. Aún así, nunca estará tranquila si no ve siquiera su rostro. Ese rostro que la acompañó durante toda su vida, que le ayudó en los momentos más difíciles que había vivido.
Camina entre los cuerpos heridos, y algunos muertos, del incendio del supermercado. Busca y busca sin dejar de buscar. Camina lentamente, mostrando a todos la foto de la persona que busca.
El viento sopla sus largos cabellos, y oye un susurro en los oídos, que fue llevado por el viento. El susurro hizo que se le aclararan las ideas, y hasta le pareció oír en dónde estaba esa persona.
Guiada por el viento, caminó y caminó, casi incluso corrió, y lo encontró. Estaba bastante herido, muy quemado, pero estaba ahí.
Su rostro se había desfigurado por completo, pero eso no importaba. Ella lo abrazó, y él le dijo que la estaba esperando, para decirle que conocerla fue un placer, y que siempre estaría con ella.
Esas fueron sus ultimas palabras. Ella se sintió muy triste, pero nunca olvidó las cosas que le había dicho. Ahora, cada vez que abre la ventana por las mañanas, el viento le sopla, y la rodea. Es el alma de esa persona, que le dice que no está sola, que está con él. Fue el padre que ella nunca tuvo, pero que siempre había deseado.

Biblioteca misteriosa

Héctor estaba perdido, era de noche, y encima estaba lloviendo.
Estaba muy lejos de su casa, así que decidió buscar algún techo para esperar a que la lluvia desaparezca, y así volver a su casa.
Lo que encontró fue una biblioteca. Se veía muy antigua, y era muy grande. Aún estaba abierta, y decidió entrar ahí.
Todo estaba oscuro, y las únicas luces que alumbraban el lugar eran los rayos de afuera.
- ¿Hola? ¿Hay alguien aquí?- preguntó Héctor en voz baja.
No oyó más respuesta que un silbido que hizo erizar los pelos de Héctor. Luego, recordó que él no creía en fantasmas, y que ese silbido lejano podría ser solo el viento, que pasó por la rendija de una ventana mal cerrada.
Decidió recorrer la biblioteca, buscando a alguien que la cuidara, pero no había nadie.
Mientras recorría, vio los libros que había en los estantes. Estos estantes eran de madera, y estaban muy deteriorados. Los libros parecían muy antiguos.
Un rayo iluminó el lugar, y Héctor pudo leer bien clarito el título de un libro.
Ese libro se llamaba: “Luz del tiempo”. Héctor entonces, agarró ese libro, y con una linterna que tenía en el bolsillo, iluminó la tapa.
No decía el nombre del autor, y tampoco decía en qué editorial fue echa. Héctor abrió el libro, y entonces, apareció una luz entre las páginas, e iluminó todo el lugar.
Oyó un silbido de nuevo, y entonces, una ventana se abrió de golpe, haciendo que las páginas del libro cambiaran bruscamente.
De repente, el viento cesó, y las páginas pararon de moverse.
La página que ahora veía Héctor estaba en blanco. No había nada escrito.
Empezó a ver todas las páginas de ese libro, y se dio cuenta de que ninguna tenía ni una sola letrita. ¿Dónde se habrán ido?
Empezó a oír voces, que venían de todos los libros que había en la biblioteca. Héctor se desesperó, y creyó que se estaba volviendo loco.
Luego, todos callaron. Héctor oyó unos pasos, era de alguien con tacos que estaba en ese lugar.
En efecto, así era. Héctor alumbró con su linterna el lugar en donde se oía los pasos, y vio que se acercaba a él una mujer. Tenía tacos en los pies, una pollera larga hasta los tobillos, y era de seda. Sus cabellos eran largos hasta la cintura, y era lo único que le cubría sus pechos.
- ¿Quién eres?- le preguntó Héctor.
- Eso mismo te quería preguntar a ti.
- Sé que no debía estar aquí, pero me extravié, y entré aquí. Solo estaré hasta que pare de llover.
- Demasiado tarde, ya no podrás salir de aquí.
Héctor, entonces, se dio cuenta de que sus pies estaban pegados por el piso, como si fuera que había pisado algún pegamento.
- esto no es problema, total, me saco los zapatos y salgo de aquí- dijo.
- Inténtalo, y lo veras.
Héctor trató de sacarse los zapatos, y se dio cuenta de que no podía sacárselos. También se habían pegado.
- no entiendo lo que está pasando- dijo Héctor, muy asustado.
- ¿Qué libro abriste?- le preguntó la chica.
- “Luz del tiempo”
- bueno, entonces ya no tienes “tiempo”
- ¿Qué significa eso?
- Te explicaré, si abriste ese libro, tu pasado, presente y futuro han sido destruidos. Ahora, que no tienes pasado, presente, ni futuro, no puedes moverte.
- ¿Acaso he muerto?
- Menos. No vives ni mueres, porque no naciste nunca, y todo por el libro que has abierto.
Héctor no entendió nada de lo que le dijo la chica, pero como no quería alargar ese problema, decidió hablar de otra cosa.
- ¿Y a ti qué te pasó?- le preguntó.
- Lo mismo que a ti, solo que he abierto otro libro, que me impide salir de aquí, pero al menos puedo moverme.
- ¿Y cómo se llama el libro que abriste?
- “La dama solitaria”. Soy una antigua dama, condenada a estar vestida así, y a estar sola de por vida, y todo por abrir ese libro.
- Debe ser duro para ti.
Los dos se quedaron callados. Héctor estaba muy triste por esa chica, ya que estaba muy sola, y no podía salir de ahí. ¿Acaso eso mismo le pasaría a él? Tenía muchos sueños que cumplir, y aún no había terminado la secundaria.
- saldremos de aquí, como sea- dijo Héctor, sin pensarlo.
- ¿Pero cómo? Esta biblioteca está encantada, al igual que todos los libros. No puedes hacer nada.
- Cada encantamiento tiene un desencantamiento.
Héctor recordó esa frase de su mamá, cuando ella le contaba esos cuentos antes de dormir, ya hace mucho tiempo.
Cerró el libro, y se concentró. Haría todo lo posible por acabar con ese encantamiento, y lo que tenía que hacer era tratar de despegar sus pies del suelo.
La chica vio lo que hacía Héctor, e intentó imitarlo, y dijo en voz alta que todos hicieran lo mismo. Se nota que había mucha gente en la biblioteca, después de todo.
De repente, apareció un rayo, que iluminó el lugar, y Héctor, haciendo un gran esfuerzo, logró despegar los pies del suelo.
Sintió que flotaba, pero eso acabó cuando sintió un fuerte golpe en la nuca. Acababa de caerse de espaldas.
Perdió el conocimiento por un rato, y luego, abrió los ojos.
Lo primero que vio fue a un anciano, con barba y lentes, que lo miraba muy sorprendido.
- ¿Qué pasó?- preguntó Héctor.
- No sé, tú entraste a mi biblioteca, y antes de que te atrapara, te desmayaste. Has agarrado uno de mis libros.
Héctor vio el libro que aún tenía en su mano, y rápidamente lo puso en su lugar.
Ya era de día, y vio a unas cuantas personas entrando en la biblioteca.
- bueno, debo disculparme. Creíste que era un ladrón- dijo Héctor.
- Ya me pasó varias veces, pero te dejaré ir. La próxima, toca la puerta.
- Lo recordaré.
Héctor salió de la biblioteca, y corrió todo lo que pudo.
Ya el camino le parecía conocido, y así logró llegar a su casa. Por supuesto, sus padres le dijeron que estaban muy preocupados por él, y esas cosas.
Héctor, ya en su casa, recordó lo que había vivido en la biblioteca, y le contó a sus padres lo que le pasó.
- sí que tuviste un raro sueño- dijo su mamá.
- Cambiando de tema, parece que tenemos vecinos nuevos- dijo el papá.
- Salieron de la casa, y vieron una camioneta, en donde bajaban un montón de muebles. Frente de la camioneta, estaba un señor y una chica, que, por casualidad, era la misma que Héctor había visto en la biblioteca.

miércoles, 18 de abril de 2007

La danza del ángel

Esta poesía lo hice cuando tenía 14 años, en una época en que escribía muchas poesías. Pero parece que a todos les gusta más las novelas o cuentos que hago. La verdad, no soy tan buena en la poesía, y muy pocas veces me sale bien, solo cuando me encuentro realmente inspirada. Ahora lean esta poesía, que me inspiré en un baile de mujeres árabes que vi un dia. (Estaban vestidas de blanco y bailaban espectacular).

Ahí viene el ángel,
Con su vestido de seda,
Que es blanca, muy blanca,
No tiene ninguna suciedad.
Sus cabellos son de oro,
Su piel suave es,
Y sus pies son ligeros
Que se mueven ágilmente,
Al bailar una danza
A menos una vez.
Los movimientos que hace,
Son suaves y hermosos.
Vean la danza del ángel,
No se lo pueden perder.
Ese ángel baila,
Haciendo que su aura
Brille más y más.
El ángel baila
En honor a Dios,
Con sus finos movimientos,
De un ángel de luz.
Finaliza el baile,
Con un elegante paso,
Mientras que sus ropas
Vuelan con el viento,
Mostrando la pureza y gloria,
Que solo un ángel puede tener.

Fuera los corruptos

Estamos hartos ya
De esta corrupción.
Perjudica a la gente
Y a la nación.
Por eso cantamos
Esta canción
Para poder decir
Basta a la corrupción.
¡Fuera los corruptos!
Somos uno de los países
Más corruptos del mundo.
Esto es una vergüenza
No debemos ser así.
¡Fuera los corruptos!
Porque ya estamos
Hartos de la corrupción.
Debemos unirnos,
Para poder echarlos del país,
De una buena vez.
¡Fuera los corruptos!
No esperes que el gobierno
Empiece a actuar,
Porque ellos de las quejas
No les importa más.
¡Fuera la corrupción,
largo de aquí!
¡Fuera los corruptos
y así seré muy feliz!
Fuera los corruptos
de esta nación,
perjudican a la gente
y a la nación.

Esta poesía fue hecha cuando salió la noticia de que mi país (Paraguay) es uno de los países más corruptos mundialmente, en todos los diarios y televisión.

Hecho en el 2003, respectivamente.

lunes, 16 de abril de 2007

Mi comienzo

Un día estaba tan, pero tan aburrida, que sentía que me dormiría en cualquier momento. Es como ahora, con la diferencia de que en ese momento era más pequeña.
Así que, sin pensarlo dos veces, agarré un cuaderno, un bolígrafo y empecé a escribir.
Al principio, solo escribía lo que se me ocurría en ese momento, pero a medida que unía las letras, formaba palabras. Al unir las palabras formaba oraciones, y al unir las oraciones formaba un texto muy largo, tan largo que me di cuenta de que acababa de formar un cuento.
Y ese solo fue el comienzo de mi camino hacia la escritura, solo eso.
Así formé mi primer cuento.

La carcel del infierno

Esta historia está basada en un hecho real. Los personajes son ficticios, pero coinciden con lo que le pasan a los afectados.
En memoria de las víctimas del incendio del supermercado, el 1 de agosto del 2004. Que descanzen en paz...

Esta historia que ahora voy a contar se tratará de una familia, que pensaba que nada saldría mal en un día muy hermoso como ese. Ni siquiera se imaginaban lo que sufrirían al mediodía, ese terrible 1 de Agosto del 2004. Ese día, iban a hacer una fiesta en la casa esa noche, y toda la familia tenía que ir al supermercado para traer las cosas. El papá iría en la sección de la carnicería, la mamá iría en la sección de las bebidas y el hijo, Antonio, se iría a la sección de la heladería, para tomar helados de postre. Ya se estaban separando cuando llegaron al supermercado Icua Bolaños, pensando que ese fin de semana sería el más lindo de todos. Cuando se fueron cada uno por su parte, Antonio se fue rápidamente a buscar los helados, cuando de repente, empezó a oler un olor a quemado. Algunas mujeres se asustaron, ya que de repente se oyó una explosión, y después, vieron cómo el techo se caía y salía humo y fuego por todas partes. Antonio empezó a correr, buscando a sus padres, pero no los encontraba, y para el colmo, llegó hasta el patio de comidas, en donde había más personas. La mamá, al oír la explosión, intuyó que algo malo iba a pasar. Sin pensarlo dos veces, empezó a buscar con desesperación a su esposo y a su hijo, para salir de ahí enseguida. Lastimosamente, no los encontró, y solo consiguió chocarse con la cantidad de gente que se pisaban, se empujaban, corrían y gritaban pidiendo socorro. La mamá, más preocupada todavía, llamó a gritos a su hijo, pero un pedazo de techo se cayó sobre ella y la aplastó, dejándola inconsciente. El papá, al darse cuenta de lo que pasaba, buscó desesperadamente a su mujer y a su hijo. ¿Por qué tuvieron que separarse? De seguro, ahora estarían atrapados entre el fuego y la gente. O a lo mejor, salieron antes, y podía reencontrarse con ellos afuera. El papá pensó así, y acto seguido, se fue a la puerta de entrada. Imposible de ver lo que pasaba, ya que había un estancamiento de gente que bloqueaba las puertas. Oían gritos como “Abran las puertas, que nos quemamos”, y ahí, el señor se dio cuenta de que por alguna razón desconocida, cerraron las puertas. Desde afuera, la gente que pasaba por ahí, y también los vecinos, empezaron a tirar piedras, y hasta sillas con tal de romper las puertas y ayudar a las personas a que salieran de ahí. Lograron hacer un agujero, y empezaron a sacar a la gente. Antonio, que buscaba la salida, encontró una puerta que decía “salida de emergencias”, pero al tratar de abrirlo, se dio cuenta de que estaba soldada. ¡Ahora estaba metido en una trampa mortal, sin posibilidad de salir de ahí! Se sintió muy herido, y se dio cuenta de que no podía respirar. Volvió a correr, con las pocas fuerzas que le quedaban, y luego tropezó con el cuerpo de una mujer, en donde pudo ver que de su panza salía un feto. Acababa de morir una mujer embarazada, y también su bebé. Antonio se asustó, y volvió a correr. Otra vez se oyó la explosión, y lo vio justo enfrente. El fuego ardiente estaba quemando el cuerpo de muchas personas. Algunas estaban vivas aún, y era desesperante ver a alguien que vive, y grita de dolor al darse cuenta de que se quema en un horno de fuego ardiente. Entre las llamas, pudo ver a su madre, que estaba inconciente, aplastada por el techo del local. Trató de acercarse a ella, pero las llamas no le permitían. Sintió que alguien le agarraba por la cintura, y lo llevaba lejos de ella. Empezó a gritar, diciendo que su mamá estaba en peligro. El señor, que era un bombero, dijo que otro vendría a rescatarla. Y así caminó hasta llegar a la puerta, que estaba rota por causa de las personas de afuera. Antonio, cuando salió afuera, se encontró con su padre. Los dos se abrazaron, y el papá descubrió que su hijo tenía rasguños y quemaduras por todas partes. Medio desmayado, Antonio empezó a llorar, ya que acababa de perder a su mamá. Luego, su papá lanzó una exclamación, al ver que un bombero traía en brazos a su esposa, totalmente negra por causa de las llamas. Se acercaron a la mujer, y descubrieron que falleció. Antonio empezó a llorar, y su papá lo acompañó. Días después, mientras los dos estaban en el hospital, los médicos analizaron el ADN, y en efecto, salió positivo: era la mamá de Antonio, que cuando le hicieron la autopsia, descubrieron que ella murió antes de ser calcinada. Cuando se le cayó el techo encima, aparte de perder el conocimiento, se le rompió las costillas y la columna vertebral. Así que si hubiera salido viva de ahí, tendría claustro por el resto de su vida. Su cuerpo empezó a perder oxigeno por causa del peso del techo (que cayó justo en la zona de sus pulmones) y también por respirar dióxido de carbono. Pasó el tiempo, y padre e hijo aún se recuperan de las lesiones, aunque ahora ya no la tienen tan graves, pero los dos tenían un gran dolor en el corazón, que era imposible curarlo con algún medicamento conocido, y era por culpa de ese incendio, que apagó la vida de esa pobre señora, que era esposa y madre, y que deseaba ver a su hijo crecer y ser una buena persona en la vida. Y la causa de ese incendio, según ellos al igual que los afectados, y otras personas, fue por los dueños del local, que no pusieron las medidas de prevención en caso de incendios. Para colmo, mandaron cerrar las puertas, para que no robaran el dinero. Pensaron que solo les interesaron los bienes materiales, y pusieron en segundo lugar las personas que estaban muriendo de ese incendio. Nunca perdonaron y olvidaron ese día, y lucharon con todos los afectados por la justicia, y por que este suceso no sea olvidado jamás, aunque pase el tiempo, para que las personas vieran el grado total de injusticia que había, y hasta ahora hay en este país.

(Este escrito también está publicado en http://www.loscuentos.net/cuentos/link/157/157747/, por si les intereza)

miércoles, 11 de abril de 2007

Las alas de Linwient

Todas las personas temían meterse al bosque y más cuando era de madrugada. La razón era porque todo aquel que entraba al bosque, sea quien sea, no aparecía nunca jamás. Se rumoreaba que ahí, en el corazón del bosque, habitaba un ser que mataba a los humanos que estaban a su alrededor. Eso fue un grave problema, porque ni el valiente cazador se atrevía a arriesgarse la vida para traer algún animal para un banquete. Lo peor era que la única forma de visitar el pueblo vecino (donde estaba los parientes y el mercado), era cruzando el bosque. Si eso seguía así, quedarían desconectados no solo del otro pueblo, sino también de todo el mundo. Algo se tenía que hacer para evitar ese desastre.
Pero el gran escándalo ocurrió cuando una mujer joven se metió al bosque para recoger fresas. Ella estaba en una etapa en que los jóvenes hacían lo que estaba prohibido por pura rebeldía. Estuvo tres días sin aparecer y todos la tomaron por muerta. Entonces, se dieron cuenta de que esto no debía seguir así para siempre y que tenían que buscar una solución para no quedar aislados de por vida.
Se hizo una reunión en la gran plaza, donde todos debían aportar una idea para solucionar el problema. Algunos propusieron que se rodeara el bosque, o sea, que se caminara a su alrededor. Pero esa idea fue desechada, porque el bosque era muy grande y estaban seguros que no había poblado ni ríos, después de ellos, que estuvieran cerca del bosque. Otra idea era cortar todos los árboles del bosque hasta que no quede nada. Así se vería al ser asesino y se lo mataba. También fue desechada, porque en primer lugar, los árboles son los que paran los vientos fuertes, los excesos de agua y también son hogares de varios animales que son importantes para la naturaleza. En segundo lugar, temían que la Naturaleza se disgustara con ellos por destruir el bosque y los maldijera a unos siglos de sequía e inundaciones.
Estuvieron todo el dia dando ideas sin sentido, ideas que eran riesgosas e ideas que no valían la pena llevarlas a cabo. Hasta que se hizo de noche y todos se cansaron de dar ideas. Pero nadie volvió a sus casas, sino más bien se quedaron sentados en el suelo, mirando las estrellas, en busca de que alguna mente se iluminara con los astros nocturnos y diera una brillante idea.
Cuando la luna estaba bastante alta, un joven de unos veinte años se levantó bruscamente y dijo en voz alta y clara: “tengo una brillante idea”
Todos lo miraron y empezaron a escucharlo con atención. La idea se trataba de pasar el bosque volando. Pero primero, debían fabricarse alas, estudiar a los pájaros y aprender a volar. En otra ocasión, eso parecería una idea descabellada. Pero como no había más ideas, entonces todos la aprobaron.
El joven se llamaba Linwient. Desde pequeño fue bastante inteligente e ingenioso. Había creado con sus manos inventos que podrían facilitar a todos la vida, como el cargador automático de agua (un invento que consistía solo en mover un palo, y el agua ya caería del tubo hasta el balde), el palo de recoger frutas de árboles altos, la caja que conservaba los alimentos por mucho tiempo y sin hielo, etc. Claro que muchos de esos inventos fueron rechazados por la comuna, pero en algún tiempo serían aceptados y el pueblo prosperaría gracias a esos inventos. Pero eso es otra historia.
Tardaron diez días en fabricar todas las alas para cada habitante, según los planos de Linwient. Tardaron como seis meses y un día en poder volar, porque primero debían estudiar a los pájaros, cómo se lanzaban fácilmente por el aire y cómo movían sus alas para no caerse y bajar lentamente a tierra. Al final, unos pocos lograron volar, pero solo duraron unos minutos en el aire.
Un día, a Linwient se le ocurrió construir una torre bien alta, en donde se podía lanzarse a volar. Eso funcionaría dependiendo de cómo soplara el viento y cómo se manejaba en el aire. Para la construcción de la torre tardaron unas tres semanas, en la que todos los hombres colaboraron para terminar lo más rápido posible la construcción.
Un día, Linwient quiso inaugurar la torre saltando él mismo de la construcción, con sus alas, y cruzar el bosque. Todas las personas acudieron ansiosas al evento. El joven comenzó la ceremonia diciendo: “Damas y caballeros. Hoy lograremos lo que todo hombre soñó a lo largo de los tiempos: volar por el cielo. Hoy seré el primero en intentarlo. Así que deséenme suerte para cruzar el bosque sin problemas”
Como respuesta, recibió una ovación. Él subió a la torre, y apenas sopló un viento fuerte, dio un salto y movió las alas.
Al principio, todos creyeron que se iba a caer. Pero luego, pudo controlar su caída y empezó a elevarse. Se fue directo hacia el bosque y se dejó llevar por el viento para cruzarlo. Fue una experiencia asombrosa.
Muchos, al ver los buenos resultados de Linwient, también lo intentaron. Así fue como el pueblo logró comunicarse con el pueblo vecino, sin necesidad de pasar por el bosque, y cómo se hicieron famosos gracias a las alas que creó Linwient. Eso sí, llegó el tiempo en que todos los habitantes del pueblo se mudaron a las grandes ciudades, dejando la aldea abandonada en la absoluta soledad. Así fue como con el paso de los años, todos olvidaron ese maravilloso invento y se quedaron de nuevo con las ganas de volar como pájaros.
Pero lo que quedó en el misterio fue qué había en el bosque, que hacía que todas las personas que entraran ahí desaparecieran. Pero llegó el día en que alguien lo descubrirá y solucionará este gran problema para que el bosque ya no fuera tan peligroso. Pero eso es otra historia.

domingo, 8 de abril de 2007

Al final de una espera

La niña de vestido blanco esperaba. Se sentaba al lado de la ventana, y miraba pasar a las personas, todas ellas muy ocupadas por sus propias y desgraciadas vidas.
La niña soltó una lágrima. A pesar de que todos esos años esperaba, no veía el resultado final de la espera. La gente, a su alrededor, pasaba. La vida moderna tiene sus mañas, por lo que hace que la gente se impaciente y camine apresurada, sin importarle esperar a los demás.
Pasan los días, los meses y los años. La niña no se mueve del lugar. Solo se limita a llorar, como si fuese que todo lo que hacía era inútil.
Es verdad. ¿Qué tiene de malo no esperar! Al fin y al cabo, la vida es corta. Si uno no aprovecha al máximo la vida, ya nunca más la aprovechará después. Eso lo sabía muy bien la niña, pero a pesar de eso, ella seguía esperando.
Un día, se acerca a ella un señor, y le pregunta qué hace. Ella le dice que espera, y entonces, el señor le dice que haría lo mismo. Se sienta al lado de la niña, y los dos miran por la ventana, esperando.
Al otro día, viene un anciano. Le ve a los dos mirando por la ventana. Les preguntan qué hace, y ellos les responden que esperan. El anciano les dijo que haría lo mismo, y se sentó al lado del señor, también mirando por la ventana. En los ojos del anciano se ve las experiencias que tuvo en la vida, y se podía leer que ya era hora de tener un descanso.
Varias semanas después, baja del cielo un ángel. Les preguntan qué hacen, y la niña le contesta que esperan. Le preguntó si quería esperar con ellos, pero el ángel les dice que él no quería esperar, porque eso de esperar sin hacer nada, no le gustaba nada a Dios.
- Yo hice todo lo que tenía que hacer- respondió el anciano- ya despedí a mi esposa en el cementerio, mis hijos formaron sus propias familias, ya estoy jubilado... en fin, solo espero a que la muerte me haga una visita larga y eterna.
- Todo lo que hago está mal- dijo el señor- mi esposa me abandonó, mis hijos se volvieron drogadictos y uno se suicidó. Me echaron de varios empleos y acabo de perder mi casa. Por eso, espero que me den una nueva oportunidad de volver a empezar.
- Ya no quiero un mundo cruel como este- dijo la niña- mis padres se pelean, cada día aumenta la pobreza. Encima, en mi colegio me discriminan por mi manera de ser. Por eso, espero a que el mundo mejore, para poder vivir bien en él.
El ángel los miró por unos momentos. Se quedó pensativo por lo que le dijeron esos humanos. Entonces, vuela rápidamente hacia el cielo y regresa enseguida, con tres cajas en sus manos.
- les doy una caja para cada uno de ustedes. Quiero que la abran, y me digan qué ven ahí adentro.
Los tres abrieron sus cajas, pero no encontraron nada adentro. Le dieron al ángel qué les quería decir con eso, y él les respondió:
- esas cajas representan sus corazones vacíos, sin esperanzas. Al perder la esperanza, perdieron la voluntad de hacer algo. Por eso, como son personas que se rinden fácilmente, se sentaron a esperar con los brazos cruzados. Yo les digo que Dios no perdona a los que no hacen nada. Si quieren obtener lo que tanto quieren, entonces dejen de esperar y obren. Solo así obtendrán lo que tanto esperan y buscan.
El ángel subió al cielo y desapareció. El anciano miró su caja, dijo que iba a llamar a sus nietos y se fue. El señor dijo que buscaría trabajo en los diarios y también se fue. La niña, entonces, lloró. Todo ese tiempo esperando, para decirles después que sus esperanzas desaparecieron. Pero por la esperanza, ella se sentó a esperar. ¿O acaso solo era porque no quería hacer nada?
Volvió a mirar por la ventana a las personas, que seguían pasando. La cerró de golpe y salió de la casa. Ayudó a cada persona que necesitaba ayuda, se hizo grande y comprendió que sus esperanzas, en el momento en que hacía algo, eran verdaderas, porque como tenía esperanzas de estar en un mundo mejor, entonces hacía todo lo posible por cambiar la mala vida de algunas personas desgraciadas.

miércoles, 4 de abril de 2007

Sueño de Luna

Un cuento para soñar y disfrutar.

Como verán, esto ocurrió en un día normal, como todos los días. Nadie se daba cuenta de que pasaba algo raro, nadie, excepto una niña de 10 años.
Ella estaba en clases, en una aburrida clase de Comunicación, en donde la profe les hacía leer un cuento. Se sentía muy aburrida, tanto que se dio cuenta de que no había avanzado nada en la lectura.
Su nombre era Luna, y le pusieron así porque nació en una noche de luna llena. Creía en cosas que, últimamente, los chicos de su edad ya no creían. Bueno, de eso se trata la historia.
Cuando estuvo decidida a terminar de leer todo, sintió que alguien tocaba su hombro. Ella, entonces, se dio vuelta para pegarle a la persona que lo hizo, pero se dio cuenta de que era ella la que estaba detrás de todos sus compañeros, al fondo del salón.
Pensó que solo era su imaginación, y siguió leyendo. Otra vez sintió que alguien le tocaba el hombro, y ahí, ella se dio vuelta muy rápido, y se encontró con un niño.
El niño era muy raro: su cabello estaba parado y era de color verde. Sus ojos parecían dos zafiros, y tenía un punto en la frente, como los hindúes lo tienen al representar su 3º ojo. Sus ropas eran plantas, que le cubrían todo el cuerpo, y tenía alas, como lo tienen los ángeles. Luna se dio cuenta de que no era un compañero de clase, y ningún alumno del colegio.
- ¿Quién eres?- le preguntó Luna al niño.
- Soy Zafiro- le contestó.
- ¡Qué nombre tan raro! Yo me llamo Luna.
- Creí que eras humana.
- ¡soy humana! Mi nombre es Luna. ¿Tú no eres humano?
- Bueno, tengo alas, los humanos no la tienen. Ya te dije que soy un Zafiro.
- ¿Y cual es tu nombre?
- No tengo nombre.
- ¿Y cómo te llaman?
- Zafiro.
- Pero…
Luna se dio cuenta de que todos la miraban. Pues claro, imagínense ver a alguien hablar solo, así de repente.
- Él comenzó- dijo Luna a la profesora, indicándole a Zafiro.
- ¿Quién?
- ¡pues él! ¡Está justo enfrente tuyo!
- LO UNICO QUE VEO ES UNA NIÑA QUE SERÁ LLEVADA A LA DIRECCIÓN, POR INTERRUMPIR LA CLASE Y POR INVENTAR OTRO DE TUS PERSONAJES IMAGINARIOS. Pienso que ya no tienes remedio…
Luna comprendió que solo ella podía ver y sentir a ese niño. Tuvo ganas de golpear a ese niño por meterla en un lío al interrumpir su lectura.
- ¿Pero cómo es que yo nomás puedo verte?- le preguntó Luna, luego de encerrarse en su pieza, ya que estaba castigada.
- Porque solo tú crees en cosas que los chicos de tu edad ya no creen- explicó Zafiro.
- Me metiste en un lío.
- Perdóname, pero la próxima vez utiliza tu pensamiento para comunicarte conmigo. Tampoco te servirá que me golpees, soy muy rápido y puedo desmaterializarme también.
- Pero nunca te dije que te iba a pegar.
- Lo dijiste en tu pensamiento.
Y Luna se sorprendió otra vez. Ese ser extraño sí que sabía de telepatía.
- ¿En qué estoy pensando ahora?- le preguntó Luna a Zafiro, y lo primero que le vino en la mente era una estrella fugaz que vio la semana pasada.
- Tuviste suerte de verla- dijo Zafiro- ¿Y pediste un deseo?
- Sí, pero aún no se me cumplió.
Zafiro miró a Luna fijamente a los ojos. Luna tuvo la sensación de que él estaba viendo sus recuerdos, nomo una visión de rayos X.
- ¡No seas exagerada!- le dijo Zafiro y empezó a reírse.
- Otra vez leíste mi pensamiento.
- También supe tu deseo, y te quiero decir que muy pronto se te cumplirá ese deseo que tienes.
Ya a la noche, cuando Luna estaba durmiendo, Zafiro tocó su cabeza, y le dijo: “despierta Luna, llegó la hora”.
Luna se despertó, y Zafiro abrió su ventana. Había un caballo con alas afuera.
- ¡Pegaso!- dijo Luna muy impresionada.
- ¿Quieres montar en él?- le dijo Zafiro.
Luna se subió, y detrás de ella Zafiro. El caballo movió sus alas, y empezó a volar.
Parecían que se habían transformado en el viento, que pasaba a través de las hojas de los árboles, y a través de la gente que caminaba por la calle.
Luna se dio cuenta que nadie los veía, y Zafiro le dijo que los humanos, generalmente, son totalmente ciegos para ciertas cosas, y los que no lo son, se los consideran muy raros.
De repente, apareció en el cielo una bandada de pájaros azules, del tamaño de Pegaso. Eran 40 en total, y cada uno tenía encima a una princesa de vestidos blancos y cabellos de oro.
- mira, son las princesas del cielo- le dijo Zafiro a Luna.
- ¿Adónde van?
- Van a las Pléyades. ¿Quieres venir?
- ¡Pues claro!
Y así, Pegaso siguió a esos pájaros azules, y con ellos se unieron otros caballos alados, y cada uno tenía a un niño encima, iguales a Zafiro. También se acercaron hadas de diferentes colores, con una flor cada una. Se acercaron también otros seres más, y eran tan extraños que uno no los podía describirlos totalmente.
Cada vez se acercaban más a las estrellas. Luna sentía cómo volaba a gran velocidad.
Todo eso fue tan maravilloso, y fue más aún cuando de repente se encontraron en un hermoso lugar, donde no existía el mal y donde vivían todos los seres que ella creía.
- Bienvenida al paraíso- le dijo Zafiro, y aparecieron ante ella dos ángeles, que le daban la bienvenida.
Ella se quedó muda. No sabía qué decir, y lo único que consiguió fue llorar de la emoción. Su deseo se hizo realidad, el deseo de darse cuenta de que aún existen cosas bellas, y que por fin conocía un lugar mejor, donde nadie se burlaba de ella en la escuela, nadie le pegaba por cualquier cosa y nadie le decía que sus sueños eran tonterías.
A billones de años luz de ahí, en la casa de Luna, se hacía un velorio, ya que encontraron a Luna muerta encima de su cama. Luego de que le hicieron la autopsia, los doctores dijeron a los padres que ella había sido envenenada. El papá y la mamá, entonces, se dieron cuenta del error que habían cometido en maltratarla, y no darle oportunidad de hacerla crecer en su imaginación. Ellos no sabían quién la había envenenado, pero con el tiempo, descubrieron que fue unas pastillas, que siempre le daban para que pudiera dormir. Se sobrepasaron en la dosis, y eso hizo que perdiera el conocimiento, entrara en coma, y finalmente muriera.
Vivieron durante toda sus vidas en la amargura, y no se daban cuenta de que Luna era feliz en el lugar en donde le llevó Zafiro, donde uno es eterno y no conoce la muerte que siempre nos alcanza en algún momento de nuestras vidas.

La tristeza del columpio

Esto lo escribí el año pasado, cuando sentía una tristeza esperanzadora. Espero que me digan sus opiniones al respecto!!!

María tuvo un mal día en el colegio. En primer lugar, llegó tarde. Encima, se olvidó de sus tareas y cortó la relación con su novio, que era bastante celoso.
De regreso al colegio, pasó por una plaza. Se veía vacía, al igual que las calles, que apenas pasaba algún auto. Ella paseó por la plaza. La veía bastante descuidada.
Encontró un columpio para descansar. Se sentó ahí, y empezó a llorar por el mal día que tuvo. De seguro, era por la mala suerte que le deseó su rival, cuando vio que el chico que le gustaba era el novio de María. Ella no le hizo caso, pero en ese momento, recordó que le hablaron de la “mala onda” que suele dar una persona a otra, para que ésta tuviera mala suerte.
- no. Esa clase de cosas no existe- pensó María- la buena suerte viene cuando uno e optimista.
El viento hizo que el columpio se moviera un poco. Entonces, ella recordó sus tiempos de infancia, cuando aún era una niña despreocupada por la vida.
Lo que más le gustaron fueron los columpios. Cada vez que se subía uno, un viento fuerte le soplaba desde atrás, y ella empezaba a hamacarse. Era como un sueño. Mientras se hamacaba, las hojas caídas volaban alrededor de ella. Siempre gozaba de esos momentos.
Pero pasó el tiempo, y fue creciendo. María no disfrutaba tanto sentada en el columpio. Al contrario, al estar en esa plaza descuidada, donde los árboles estaban totalmente secos por el calor, le hacía ver que no se encontraba en un lugar adaptable para soltar risas.
Ese era el columpio más triste que se subió en toda su vida. El columpio y ella tenían algo en común: sus vidas pasadas fueron bastante buenas, pero después, por las calamidades de la vida, perdieron gran parte de sus alegrías, haciendo que todos los días sean grises y oscuros, como en ese momento.
De repente, oye una voz que la llama. Mira a su alrededor, pero no ve a nadie. Entonces, se da cuenta de que la voz venía del mismo columpio en que ella estaba sentada. Sabía su nombre. María se sorprendió tanto, que le preguntó al columpio cómo era posible que podía hablar.
- A veces, para cambiar el rumbo de las cosas, lo imposible se vuelve posible- le respondió el columpio.
- ¿Por qué quieres hablar conmigo?- le preguntó María, extrañada.
- Solo quería decirte unas palabras, ahora que llegó la mala vida y todos perdieron gran parte de sus esperanzas. Estas palabras suelen cantarse mucho, en especial cuando el viento sopla cada vez más fuerte, para que lleve las palabras a todos. Fue cantada desde tiempos antiguos, desde que inventaron las hamacas y los columpios.
Maria, entonces, escuchó la pequeña música que le cantó el columpio. Se dio cuenta de que las palabras se formaban cuando el viento pasaba alrededor de ella, llevaba las hojas en el aire y con ellas formaba varias figuras extrañas.
La pequeña canción que le cantó el columpio era la siguiente:

Corazones partidos,
Por un amor fingido.
Ya no podrán arreglarse más.
Felicidad acabada
Por una desgracia,
Ya no volverá más.
Solo queda la esperanza
De mejorar el mundo actual.
Regresar el paraíso
A su debido lugar.

La niña, al oír toda la canción, le preguntó el porqué le decía esas cosas.
- solo quiero que sepas que aún eres joven, que puedes arreglar tu vida. Inténtalo, y lo verás- dijo el columpio.
María siguió hamacándose, pensando en la pequeña canción que oyó. Había momentos tristes, momentos alegres... pero en ese momento, lo único que sentía era un gran alivio, porque ya encontró la solución a sus problemas, que comenzaron justo cuando comenzó el día.